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El abandono. El sentirse abandonado. Abandonar. Las claves de un desamor, de una relación que debe dar vuelta la página. Abandonar la infancia, la niña interior, los peluches y establecerse en la gran ciudad. Ser una mujer. Ser una trabajadora.
Protocolos sociales que sirven para nada cuando una está bajo catarsis emotiva .La ópera prima de Antonella Schiavoni es un tour de force cargado de humor y situaciones absurdas que lleva al espectador a ser testigo de diversos sentimientos derivados de un ruptura amorosa.
La protagonista –notable interpretación de Lucrecia Aguirre- todavía no puede superar un duelo romántico y, sin revelar demasiados detalles, atraviesa diferentes capas para intentar olvidar a su ex e introducirse en nueva vida, que incluye, pasar de vivir en un pueblo a establecerse en la gran ciudad. Sin embargo, por más que decida seguir el establishment urbano, prefiere llevar su catarsis al extremo, y pronto se verá insertada en una aventura transoceánica.
El gran mérito de esta suerte de unipersonal, es la puesta que Schiavoni lleva a escena, llevando a su personaje por tres espacios, que definen un poco el estado emotivo/mental que atraviesa en ese instante. Espacios que no esconden la teatralidad, como sin dudas se tratara de un festín cerebral. Uno infantil, otro de varieté/stand up, y el espacio teatral propiamente dicho, más una cuarta dimensión audiovisual, donde se suceden videos e imágenes que introducen al público dentro de
los recuerdos de la protagonista.
Con gran desenfado y sin pudor, Lucrecia Aguirre, compone un personaje donde lo emotivo, lo físico y lo sexual confluyen en un espectáculo original que no da respiro.
Efectos de luces, un decorado colorido y el acompañamiento de un peluche gigante –Juanqui Fortuny- en el que Aguirre puede descargar su catarsis con toda su furia, pero también sirve como una transposición de la mirada social, completan esta notable pieza, que a un ritmo adrenalínico intenta develar todas las sensaciones y deseos que se esconden en la cabeza.
Sátira sobre la femineidad y los prejuicios de la sociedad, acerca de los paradigmas y tabúes sexuales, Un festín en la cabeza, sirve como un interesante análisis, también, de cómo cambió la forma de relacionarse en el siglo XXI con los múltiples sistemas de comunicación y al mismo tiempo de expresarse, dígase twitter, whats app, Facebook, etc.
En una era en que los emoticones definen nuestros estados emocionales, Un festín en mi cabeza es una ingeniosa, divertida y musical forma de construir catarsis. MUY BUENA
Un festín en mi cabeza, de Antonella Schiavoni
Con Lucrecia Aguirre y Juanqui Fortuny.
Teatro El Piccolino – Fitz Roy 2056 – Jueves 21:30 Hs
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