La iniciativa está, entre otras, comprendida en el Plan Argentina Emprende, presentado la semana pasada por la Subsecretaría de Emprendedores de la Nación, que tiene por objetivo fomentar la actividad que traccionará el crecimiento económico y la generación de empleos sostenibles, teoría abonada por instituciones de peso globales, como el Banco Mundial.
Según se expuso, la necesidad de un marco regulatorio es vital para superar los obstáculos que predominan en este presente complejo. Por un lado se propone la creación de una sociedad por acciones simplificada (que, entre otros puntos, puede tener uno o más socios) para superar la alta informalidad, y disminuir los costos y tiempos elevados para la apertura de nuevas empresas. Pero también se destaca la necesidad de resolver la escasez de capital que desde hace tiempo constituye una de las más graves limitaciones para las oportunidades a nivel local. Según la Asociación de Venture Capital y Private Equitylatinoamericana (Lavca), la Argentina recibió sólo 1,9% del monto vertido en la región en 2014, contra más del 50% invertido en Brasil. Sobre el PBI, la inversión en capital emprendedor no llega al 0,02%.
En muchos puntos, la propuesta oficial está en consonancia con las ideas del proyecto de ley que prepara la Asociación Argentina de Emprendedores (ASEA), que lucha por fortalecer al sector que forjó un nuevo empresariado con una incidencia creciente en la economía en los últimos años. ASEA hace hincapié en la desgravación impositiva a inversores de riesgo que, dicen, soportan cargas mayores que los inversores de la Bolsa. Y pide, además, la baja de entre 10% y 15% en la gravación de las utilidades de entidades de capital emprendedor para dar liquidez al sector.
El plan del Gobierno para apoyar a los entrepreneurs, que también prevé incentivos fiscales, cuenta con dos herramientas de asistencia: la primera, llamada Fondo Semilla, se enfoca en el financiamiento por intermedio de las incubadoras a firmas en etapa inicial, y la segunda, basada en instrumentos de coinversión en conjunto con aceleradoras (15 licitadas, de tecnología y de base científica) y VC, destinados a compañías en proceso de aceleración y expansión.
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Según se informó en la dirección de Capital Emprendedor, la suma estimada para crear tres fondos este año es de $ 540 millones, y se repartirá con un máximo de $ 180 millones en cada uno, es decir, unos US$ 12 millones, a un tipo de cambio de $ 15. Como los fondos tendrán al menos US$ 30 millones, los privados deberán aportar US$ 18. Aunque la expectativa es que lleguen más inversores. Los fondos se extienden por unos 10 años, aunque en el sexto se dará la posibilidad de comprar la participación pública.
En cuanto a las aceleradoras, el programa demanda $ 65 millones anuales, lo que hace un total anual de $ 605 millones de erogación en aportes no reembolsables, sin contar los potenciales retornos. Aquí, el Estado pondrá un dólar por cada dólar privado en firmas tecnológicas (hasta US$ 50.000 en cada una) y dos en los proyectos científicos (hasta US$ 200.000).
La condición para que exista la financiación del plan, los incentivos fiscales y otras facilidades contenidas allí es el visto bueno del Congreso.
Factor de crecimiento
El lanzamiento del plan de la secretaría que conduce Mariano Mayer contó con la voz de un experto que justificó el fomento al capital de riesgo. En diálogo con LA NACION, Josh Lerner, especialista en banca de inversión y líder de la unidad de Entrepreneurial Management de la Harvard Business School, indicó que "la generación de empleo en los Estados Unidos no se da en empresas de más de 10 años, sino en las de menor antigüedad, y el mismo patrón se ve en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): los emprendimientos son los creadores de trabajo". Lerner ejemplificó con lo ocurrido en los Estados Unidos para graficar el impulso decisivo del venture capital. "El impacto de las nuevas compañías respaldadas por capitales de riesgo ha sido mayor. Pese a que entre 1% y 1,6% de las firmas que se forman cada año son originadas con estos capitales, representan más de la mitad de las que se convierten en compañías públicas cada año", precisó el especialista.
"El Estado -indicó- tiene un rol fundamental en este proceso, ya que estimular la actividad tiene que ver con establecer las reglas." Lerner dice que el sector público es el que tiene que "poner la mesa" para que los comensales se sienten a disfrutar. "El acompañamiento local -dijo- es clave para crear una situación más confortable para los inversores extranjeros." E incluso, si se los motiva, como en el modelo oficial, limitando el retorno para el aporte público. (En los fondos para aceleración se prevé un tope de tres veces el monto otorgado si se vende la compañía.)
Para el profesor de Harvard, "la industria global de venture capital no funciona cuando se ponen murallas alrededor de un país, es decir, que dinero argentino se invierta en fondos argentinos y que éstos inviertan en compañías argentinas". Por el contrario, "el VC es una red global, porque las compañías de impacto lo son". A modo de ejemplo citó un estudio que comparaba emprendimientos en Finlandia con nuevas formas alemanas. Pese a las diferencias entre ambos países, las primeras resultaban ser más exitosas porque, debido al tamaño de su mercado, se proyectaban de forma internacional, a diferencia de los emprendimientos alemanes.
En su opinión, el capital de riesgo no llegará ni antes ni después que el resto de las inversiones que la Argentina espera. "Es un proceso paralelo", dijo, sobre el cual "existen muchas razones para ser optimistas: teniendo en cuenta los logros de las compañías argentinas, pese al contexto adverso de los últimos años, al país le puede ir muy bien con una estructura para impulsar el crecimiento; la pregunta difícil es si esta vez el entorno político cambiará en serio". El contexto global ayuda: "Hace 15 años, los fondos se enfocaban en Silicon Valley, pero los VC se expandieron por el mundo, como se vio en Israel o en China. Y hoy, la popularidad de la región es mayor. Excepto en Brasil, que tiene grandes desafíos, la sensación es que los países están yendo para el lado correcto".
Las claves del plan oficial
El Estado aportará el 40% de lo que inviertan los fondos de capital emprendedor, hasta $ 180 millones en cada uno (unos US$ 12 millones a un tipo de cambio de $ 15). Esta participación pública podrá ser adquirida por los privados desde el sexto año, de alrededor de diez, en promedio, que suelen durar los fondos
En tanto, los fondos de capitales de riesgo pondrán el 60% restante, motivados por el riesgo compartido con el Estado, que sólo tomará hasta tres veces lo aportado en caso de que la empresa sea vendida (es decir, se hagaun "exit", en el lenguajede la jerga)
En estos fondos se prevé una inversión de 540 millones de pesos si se cumple el objetivo de formar tres en el corriente año, destinados a compañías en etapa de aceleración y expansión.
Otra de las herramientas con que el Gobierno pretende canalizar fondos a emprendedores son los Fondos Semilla, a los que destinará $ 65 millones
En estos casos, el capital se distribuirá en las compañías en etapa temprana, que aceleradoras decidan apoyar. Las aceleradoras que obtendrán fondos serán licitadas. Una mayoría orientadas al sector tecnológico y las restantes, a firmas de base científica. En las primeras pondrá un dólar por cada dólar privado, y en las segundas, dos