Cuando eres un artista que empezó a lanzar discos en la década de los sesenta y todavía estás produciendo, enfrentas una decisión al salir de gira: ¿cómo escoges la lista de canciones?
Esa interrogante puede explicar cómo Paul McCartney, muy vigoroso a sus 74 años, terminó tocando un concierto de casi tres horas y 38 canciones en su actual gira “One on One”, que llegó el domingo pasado al estadio MetLife en East Rutherford, Nueva Jersey, y visitará varias ciudades hasta octubre. Ese mes también tocará en el festival Desert Trip junto con Bob Dylan, los Rolling Stones y Neil Young: “Una muy buena alineación”, dijo.
Después de décadas de presentarse con los Beatles, los Wings y como solista, McCartney reconoce que los asistentes a los conciertos pueden haber escuchado antes alguna de sus conocidas anécdotas. “Considéralo un espectáculo de Broadway; ellos no cambian sus bromas ni lo que dicen todas las noches”, dijo. “Una vez que tienes una idea sobre lo que funciona con la audiencia, te quedas con eso. Por eso relato una historia sobre Jimi Hendrix que ya he contado antes, y luego uso frases tipo ‘Como suelo decir’ o ‘A menudo cuento la historia de’ para que no piensen: ‘Dios, siempre repite lo mismo’”.
La lista de canciones en esta gira está conformada por 23 temas de los Beatles y seis de los Wings. Se remonta a “In Spite of All the Danger”, una de las primeras canciones originales grabadas por los Quarrymen, la banda anterior a los Beatles en la que estaban John Lennon y McCartney. Concluye con tres canciones de su álbum de estudio más reciente, New (2013), junto con “FourFiveSeconds”, su colaboración de 2015 con Kanye West y Rihanna (que no estuvieron presentes).
En una entrevista telefónica, McCartney habló sobre su filosofía de cómo entretener al público y la reincorporación de canciones de los Beatles en su espectáculo. Estos son algunos fragmentos de la conversación.
En tu concierto en el MetLife, había un fanático sentado al frente que te ha visto más de 100 veces. ¿Cómo haces para darle gusto tanto a él como a una persona de veinte años que va a un concierto tuyo por primera vez?
Bueno, sí estoy consciente de que hay algunos cuantos que ya han visto el espectáculo antes. Debo decir que la pregunta que más me hago es: “¿Cómo les alcanza?”. ¡Está en primera fila y ha estado ahí 107 veces! Lo que en realidad hago para ambos es tratar de dar un concierto que a mí me gustaría ir a ver. Así que primero que nada me siento y pienso: “Si yo fuera a verlo, me gustaría que tocara esto y no podría dejar de cantar aquello, y en verdad espero que toque esto”. Estas canciones son el punto de partida. Luego comenzamos a pensarlo cuando ensayamos, y a veces mi banda sugiere alguna idea o escucho algo en la radio y pienso que hay que tocar eso.
Bob Dylan también está de gira ahora y casi todo su repertorio son canciones nuevas. ¿Te imaginas haciendo algo así?
He pensado mucho en eso. En teoría, la idea es buena porque no estás tocando canciones que ya has tocado. Pero pienso en el público. Recuerdo cuando yo iba a conciertos, en especial de niño, y había que ahorrar mucho dinero. Así que me imagino yendo a mi concierto: ¿Me gustaría escucharlo tocar solo canciones nuevas? No. No me gustaría. Armaría una tocada menos larga y anunciaría el hecho de frente; quizá podría hacer una gira que se llame “Deep Cuts” o algo así, para que supieran que sería de pistas raras que solo los muy aficionados conocerían. Creo que sería muy divertido hacer eso.
Es interesante cuánto piensas en que el público se divierta o se decepcione.
Fui espectador y gasté lo que para mí era mucho dinero. En gran parte esa era la filosofía de los Beatles. Si piensas en nuestros sencillos, había uno tanto del lado A como del lado B. En general las personas ponían temas sin valor en el lado B, pero los lados B de los Beatles siempre son realmente buenos. Lo llamábamos “valor por tu dinero”, pues no hace mucho nosotros habíamos sido esos adolescentes a los que ahora queríamos conquistar.
Es gracioso, en verdad nos interesaban mucho los discos de Phil Spector, y cuando lo conocimos, nos dijo: “¿Por qué pusieron una canción buena en el lado B?”. Le dijimos: “Phil, los muchachos escuchan tus canciones; tienes que darles valor por su dinero”. Y nos dijo: “No, lo que debes hacer es tomar la canción del lado A, hacerla instrumental, ponerla en el lado B y llamarla ‘Pista para cantar She Loves You‘”. Le dijimos: “¡Claro que no!”.
Presentaste “Blackbird” contando que escribiste esa canción al observar la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos durante los años sesenta. ¿Esa canción ha tomado un nuevo significado para ti en el mundo de hoy y del movimiento Black Lives Matter?
Sí, definitivamente. Tenemos un nuevo filme que va a salir; Ron Howard lo armó, y se llama Eight Days a Week, sobre los años en que los Beatles hicieron giras. En su investigación rescata el hecho de que una vez nos negamos a tocar en Jacksonville, Florida, porque el público estaba segregado. Y no solo eso, sino que encontró el contrato y decía, digamos en la cláusula 12, “los Beatles no tocarán ante un público segregado”. Me siento muy orgulloso de que lo hayamos hecho en ese entonces.
¿Conoces la versión de Guns N’ Roses de “Live and Let Die”? La tocaron en el MetLife dos semanas antes que tú (pero la pirotecnia que presentaste fue mucho más explosiva).
Es chistoso porque cuando salió su versión, mis hijos iban a la escuela y tenían que defendernos, porque todos sus compañeros decían: “¡Qué buena canción es ‘Live and Let Die!’”. Y mis hijos saltaban: “¡Mi papá la hizo!”. Y les respondían: “¡Claro que no. Es de Guns N’ Roses!”. Me alegra que la hicieran. Me pareció un buen guiño.
En tiempos de caos, los fanáticos regresan a la tranquilidad y la perspectiva de una canción como “Let It Be”. ¿Ha cambiado lo que sientes al tocarla a lo largo de los años?
Mira, extrañamente no ha cambiado tanto. Siempre espero alcanzar un punto en el que esté realmente harto y piense: “¡Ay, no, no otra vez!”. Pero cuando la empiezo, reviso el trabajo del joven que la hizo. Entonces tal vez un verso o una frase me impacte, y pienso: “¡Ese chico era bueno!”.