Alimentar a los hijos es una de las tareas más importantes que tenemos como padres. Es el modo en que los ayudamos a crecer sanos y fuertes. Pero, además, el momento de las comidas va mucho más allá de los alimentos: es una oportunidad para enseñarles hábitos saludables que los acompañarán durante toda la vida.
Construir una sana relación con la comida y aprender a disfrutar del vasto universo de las formas de preparación es algo que, según coinciden los expertos, debe comenzar desde los primeros años de vida.
Un punto de partida clave es entender las necesidades individuales de cada niño, ya que el rango de salud abarca gran variedad de alturas y pesos. Es común que los padres se preocupen por los hábitos de alimentación de sus hijos y se cuestionen si comen demasiado, si la dieta es lo suficientemente equilibrada o si comen menos de lo debido. La realidad es que no hay una cantidad específica de alimento que los niños necesiten para crecer. Esto varía según múltiples factores como la altura, el nivel de actividad física, o cuán rápido su organismo "queme" las calorías.
La mejor manera de determinar si un niño está creciendo bien, además de mediante la consulta al pediatra, es observar si disfruta al comer y si tiene energías para jugar e interactuar con otros.
Otro aspecto clave es saber "leer" las señales que nos dan. Tanto los bebés como los niños saben cuándo tienen hambre o se sienten satisfechos. Mediante la voz, las caras o los movimientos que hacen, pueden transmitirnos si quieren comer o desean dejar de hacerlo. Esto implica mirarlos y escucharlos, tratando de entender lo que significa su comportamiento. Al responder a estas señales que nos dan, ellos sabrán que: pueden confiar en sí mismos sobre cuándo están hambrientos o satisfechos, y que sabe comunicar correctamente y que sus necesidades serán atendidas. Cabe destacar que cada niño tiene sus propias señales e incluso una misma señal puede tener distintos significados entre un pequeño y otro.
Del mismo modo, es importante saber lo que debemos evitar. Por ejemplo, nunca se debe forzar al niño a comer. Obligarlos a menudo conduce a que coman menos y a que necesiten depender de otros para saber cuánto comer y qué están sintiendo. Por lo tanto, esto va en contra de los buenos hábitos alimenticios y de una sana autoestima.
Cuando de comer se trata, puede ser útil mirar la situación de la comida como un trabajo en el cual como padres se debe ofrecer al niño opciones de alimentos saludables. Es decisión del niño cuál de esos alimentos comer y cuánto. Este tipo de abordaje permite que el pequeño escuche a su cuerpo y haga elecciones de alimentación saludables. Además lleva a menos "luchas de poder" en torno a la comida entre padres e hijos.
Tampoco se aconseja realizar "negociaciones" con los niños cuando se trata de comer. "Solo dos bocados más" o "Si comés las verduras, vas a tener postre" son algunas de las frases más usadas, aunque este tipo de estrategia no funciona a largo plazo.
Los niños que aprenden a negociar con los alimentos luego lo hacen con otras cosas -como cepillarse los dientes o ponerse las zapatillas-. De pronto, no harán nada a menos que obtengan una recompensa.
LOS MAÑOSOS
Algunos niños se niegan a comer ciertos alimentos o solo quieren comer lo mismo una y otra vez. Esto genera una natural preocupación por parte de los padres, que en general los desconcierta. El dato tranquilizador es que el 50% de los padres cree que sus hijos son mañosos con la comida pero el 95% de los bebés y niños sanos obtienen todos los nutrientes que necesitan.
Algunas claves para sortear el problema de las mañas al comer, pueden ser:
* Ofrecerles en cada comida diversas opciones de alimentos saludables -entre las que a ellos les gustan-.
* Lentamente pero con frecuencia, se les debe ofrecer un alimento nuevo y darle la oportunidad de que lo pruebe por lo menos 10 a 15 veces antes de que acepte comerlo.
* Consultarle al pediatra sobre cualquier duda sobre el estado nutricional del niño.
* Poner los alimentos nuevos junto a los otros que al niño le gustan. Es bueno incentivarlo a que los toque, huela, lama o pruebe.
* Se puede probar de ofrecerle tentempiés saludables, como dips a base de yogur, humus, o queso crema para que coman con las verduras.
* Otra buena alternativa es preparar "finger foods" seguros, que los niños pueden comer solos, con sus propias manos (por ejemplo mini brochettes).
* Darle al niño una cuchara mientras uno les da de comer les permite tener la sensación de que tienen control sobre la comida.
* Permitirle al niño levantarse de la mesa cuando no quiere comer más y hacer comidas cortas de 15 minutos, también puede ayudar.
* Poner alimentos saludables al alcance de las manos de los niños es otra excelente opción. Por ejemplo, dejar un bowl con frutas les permitirá que las agarren solos cuando se sientan con hambre.
TIPS CLAVES
Entre las principales estrategias a tener en cuenta para que los niños se conviertan en "comensales saludables" se encuentran:
1. Las comidas son más que alimentos. Se trata de un momento para conectarse con los niños y fomentar su desarrollo general. Es bueno hablar con ellos durante las comidas y no dejar que coman en soledad. Esto permite construir lazos familiares fuertes.
2. Crear rutinas en torno a los horarios de las comidas. Las rutinas hacen que los niños se sientan seguros y amados. Esto también los ayuda a esperar que llegue el momento de la comida. Por ejemplo, antes de cada comida se les puede contar algo de lo que sucedió durante nuestro día.
3. Establecer horarios de comidas y colaciones fijos desde que los niños tienen entre 9 y 12 meses. Es bueno darles palabras para que puedan expresar lo que sienten. Por ejemplo, preguntarles ¿tenés hambre? ¡Es hora de comer!.
4. Ofrecerle 3 a 4 opciones saludables de alimentos en cada comida.
5. No forzar a los niños a comer.
6. Ofrecerle un tentempié saludable entre comidas si pensás que tiene hambre.
7. Limitar la ingesta de jugos artificiales y otras bebidas que no sean agua para evitar que pierdan el hambre e ingieran cantidades innecesarias de azúcar.
8. Ser flexibles permitiéndoles que se levanten de la mesa cuando terminan de comer. A los bebés y niños pequeños les cuesta quedarse sentados demasiado tiempo. Lo ideal es que las comidas no duren más de 10 a 20 minutos.
9. No dejes de lado los alimentos nuevos. Hay que tener paciencia y darles la oportunidad de que los prueben reiteradas veces, en distintas oportunidades.
10. Apagá la televisión durante las comidas. Esto evitará que los niños se distraigan y fomentará la conexión familiar durante este momento del día.