Alimentos Bogat nació hace dos años, pero la amistad de sus cuatro fundadores lleva más de 30. Horacio Argento, Pablo Ferraro Mila y los hermanos Martín y Mariano González crearon en 2015 esta firma para lanzar Yogurade, un yogur hiperproteico desarrollado 100 por ciento en la Argentina, natural, sin azúcar y sabroso.

Dos abogados, un industrial y un banquero. Los cuatro perfiles se combinaron y aportaron US$ 1,2 millones de inversión inicial, de la cual ya llevan ejecutado el 60 por ciento, con el fin de crear la fórmula y poner en marcha la producción. Se establecieron en la ciudad santafesina de Rufino, donde montaron una fábrica de 650 metros cuadrados con capacidad para despachar 500.000 yogures por mes. Para la receta trabajaron con un especialista de la Universidad Nacional del Litoral. La institución colaboró en el desarrollo, las pruebas y con el aporte de su laboratorio, con la visión de alcanzar un producto sano y a la vez, rico. Todo ese proceso implicó un año de trabajo, y en el camino tuvieron que lidiar con todo tipo de problemas, desde negativas de créditos por parte de los bancos hasta la burocracia que requiere montar una empresa: “Hacía 25 años que no se abría una planta en Rufino”, aseguran.
Como resultado llegaron a un alimento que tiene 20 gramos de proteínas (cinco veces más que un yogur común) y se presenta en versión cremoso y bebible, de sabores frutilla y vainilla. Para la proteína agregada buscaron como proveedor a Arla Foods, empresa danesa especializada en ese insumo que produce en Córdoba. Su principal aporte es a la recuperación muscular, por eso sus creadores recomiendan consumirlo luego de realizar actividad física: “Sirve tanto para el que va a caminar por Palermo como para el que corre un Ironman”, destaca Mariano González. Y agrega que también produce una alta sensación de saciedad.
Su público, de a poco, se fue diversificando. Los primeros en reconocer el valor del yogur, aseguran, fueron los deportistas, pero ahora apuntan al público en general: oficinistas, adolescentes o incluso personas mayores. “La gente está cansada de ver siempre lo mismo. Cuando ven un producto que aporta cosas que los otros no, se tiran encima”, asegura Ferraro Mila, el último de los cuatro en sumarse al proyecto.
La distribución está concentrada hoy en la zona de AMBA y algunas ciudades del interior. Llegaron primero a gimnasios, green markets y dietéticas, y recientemente ingresaron a Jumbo y Disco. Apuntan a terminar el año con 200 puntos de venta (están en 150) y extender su llegada al resto de las provincias en 2018.
Con 35.000 unidades mensuales vendidas, proyectan alcanzar en cinco años la capacidad máxima de la fábrica. Otra meta a largo plazo es traspasar la frontera. “Queremos hacer un producto argentino de calidad mundial. Nuestro objetivo siempre fue tener un producto de exportación, y la clave es empezar haciéndolo bien en casa. Sin embargo, no creo que lo logremos para 2018 por el tipo de cambio. Somos muy caros”, reflexionan Argento y Martín González.
Para crecer apuntan también a sumar nuevos productos, siempre asociados a la vida saludable y las proteínas, aunque no necesariamente lácteos, adelantan los socios. Para ello, saldrán a buscar financiamiento. “Ahora estamos buscando US$ 500.000 a través de bancos”, admiten.