La desregulación del mercado de combustibles liberó a las compañías para que apliquen los ajustes que consideren oportunos sobre la base de una supuesta fórmula que incorpora los cambios en el precio internacional del crudo y la variación del dólar contra el peso.
Así lo dispuso en octubre pasado el ministro de Energía, Juan José Aranguren.
En este nuevo contexto, la empresa petrolera holandesa Shell –de la que fuera CEO el propio ministro Aranguren- aplicó un incremento del 6 por ciento para sus naftas y gasoil. En diciembre próximo pasado, Shell ya había subido otro 6 por ciento en promedio las naftas.
Tras los aumentos de enero, el precio de la súper de Shell en la Ciudad de Buenos Aires llegó a $ 24,32 el litro, la nafta Premium pasó a $ 28,42, el diesel Premium a $ 25,15 y el gasoil a $ 21,47, según la comunicación oficial de la empresa.
Anteriormente, Oil había sido la primera en aumentar este año, al ajustar los valores un 6 por ciento, mientras que se aguarda lo que puede llegar a hacer YPF, que anunció un cambio en su estrategia de comercialización, con un esquema con valores que variarán según la zona de venta, la disponibilidad de los productos, la demanda e, incluso, el horario.
Respecto a los precios de Shell, en otras provincias, como Córdoba, la nafta Premium supera los 30 pesos.
Consultado en conferencia de prensa este martes el jefe de Gabinete, Marcos Peña, sostuvo que a los consumidores no les queda alternativa que soportar estos aumentos: “Los costos son los costos y tenemos que convivir con eso”.