Si no se somete, que se vaya (democracia K)
09-06-2017 | Politica
 Cristina no quiere ir a internas con Randazzo, a quien considera sólo como un ex empleado.

 Por estos días y en el peronismo, los trámites previos a las PASO sólo desnudan confusión y provocan anticipaciones que cambian en horas, pero sin cambiar el fondo: si Cristina Kirchner será o no candidata. Mientras tanto hay cuestiones que pasan menos advertidas: la unidad que para su partido propone, al menos oralmente la ex presidente, es exclusivamente en la provincia de Buenos Aires.

Su declinante autoridad se ha reducido al muy poblado conubarno sur y oeste. Pero no a todas o a la mayoría de las intendencias en manos peronistas. Cuántas de ellas, en ese territorio que se supone ferviente peronista, están con ella y cuántas no o a medias es lo que se discierne en estos días. Los votantes peronistas están en esa expectativa, mirando alternativamente a sus intendentes y a la que fue su jefa.

Esa expectativa es de tramo corto. Pero la más ruidosa. Más silenciosamente los gobernadores se han ido soltando de su mano. No es lo mismo estar en la Rosada que en Calafate o de vez en cuando en el Instituto Patria. O transferir de tanto en tanto la conducción a su hijo Máximo, que es una representación casi real en un movimiento que se presume plebeyo. Han pasado pocos días desde que Máximo Kirchner valoró muy mal la picardía ajena, con la celada de llevar a los ultracristinistas a una declamada reunión para la unidad. Esas son ingenuidades que tienen precio y dejan huella. El ultracristinismo solo tiene una posibilidad de supervivencia y es que Cristina los recoja a todos en su bote.

Randazzo plantea un desafío de ir a una interna. No es el ex ministro del Interior una figura política que provoque demasiado entusiasmo, pero ha dicho que quiere competir. Cristina no tolera ese tipo de procedimientos, sobre todo porque considera que ella no puede descender a ese tipo de confrontación. No lo dice pero lo manda a decir. El intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, cristinista blindado, se dedica a menospreciar a Randazzo, porque no se somete. Lo denomina “empleado” de Cristina o “un pibe” que quiere enfrentar a un “campeón(a) mundial de boxeo”... De paso dijo que habrá un frente con Cristina de candidata sin el Partido Justicialista, artilugio legal de poco recorrido para dejar afuera al ex ministro de las internas Lo que Ferraresi no puede explicar, dada su seguridad en el resultado de una interna, es porqué le tiene miedo a una interna con Randazzo.

SiRandazzo fuera por su lado, como lo ha invitado el intendente de Avellaneda, le podría asegurar a la ex Presidenta perder la elección de octubre. Tal vez el alcade haya aprendido las lecciones de mala estrategia de su jefa, cuando ésta apoyó a AníbalFernández en la provincia de Buenos Aires.

El resto del peronismo mira estas maniobras del cristinismo con aprensión.

Sin ir más lejos, las experiencias del domingo pasado en Chaco, La Rioja y Corrientes, no hicieron otra cosa que poner en evidencia un fuerte rechazo por el kirchnerismo puro y duro.

La realidad es que Cristina no ha sabido - ni le ha interesado- conducir al peronismo. No sólo por su inflexibilidad casi aristocrática, sino también por la certeza de que divide al propio electorado. Y también porque la tradición partidaria es reacia con los que pierden. El peronismo tiene su propia grieta, que el kirchnerismo también abrió ahí. Y esa grieta es funcional a Mauricio Macri.