Debe entenderse que es a través de este proceso de autoconocimiento y de reconocimiento de las fuerzas y energías de la naturaleza propia y del medio ambiente, proceso que la meditación juega un papel trascendental, que el hombre llega a sensibilizarse de los impulsos del alma. Es en la medida en que el apego y la identificarse con el cuerpo físico, las emociones y la mente concreta pierde poder, y el reconocimiento como alma se abre camino la interpretación de las escenas de los acontecimientos externos se transforman, se comienza a penetrar el mundo de las energías, y así, al adentrarse conscientemente en el mundo de los significa, paulatinamente se empieza a trabajar desde lo subjetivo y llevar a cabo ciertas actividades. Es de esta forma que se aprende a discriminar y valorizar más correctamente los hechos y circunstancias, los acontecimientos y fenómenos físicos, y a reconocerlos como símbolos de lo que ocurre en los mundos internos y como éstos van determinando los procesos y acontecimiento que en tiempo y espacio que se van desenvolviendo en el mundo.
El esoterismo no es, de ningún modo, de naturaleza indefinida, es una ciencia y tiene su terminología y leyes propias. La tarea consiste tanto en prestar atención a la forma de la existencia, sobre la que tan centrados habitualmente se encuentra el hombre, sino en llegar a ser consciente de lo que es la fuente de producción de esa forma, en cualquier nivel específico. Es en función a lo dicho que se hace necesario el desarrollar en sí mismo de la necesaria sensibilidad y respuesta a la cualidad de la Vida que predomina en cada forma, hasta que llega, en la medida que se va expandiendo la conciencia y ordenado la propia encarnación con esa Vida mayor que dirige a la naturaleza, a experimentarse la cualidad y la Consciencia que detrás de la apariencia anima al planeta, y que dentro de cuya actividad vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Para obtener los primeros vislumbres de todo esto se necesita, antes que nada y haciendo gala de la ley de correspondencia, descubrirse la naturaleza de las propias cualificadas energías las cuales se expresan por medio de los vehículos inferiores de manifestación, y por medio de una personalidad integrada, construir el primer tramo del Antakara entre ésta y el verdadero Ego, para lo cual la meditación es imprescindible.
En la medida que el hombre se conoce a sí mismo, y aprende a trabajar con el grupo de vidas que conforman su equipo, empieza a conocer también esa realidad subyacente que todo lo anima y conforma, y por lo tanto a experimentar lo que es consciencia grupal y a entender verdaderamente el sentido de fraternidad.
El esoterismo en realidad, es el entrenamiento para obtener la capacidad de actuar libremente en el mundo de los significados; no se ocupa de ningún aspecto de la forma mecánica, sino totalmente del aspecto Alma, en primer lugar, como principio mediador entre la Vida y la sustancia. En la próxima etapa de la enseñanza, que ya se está revelando, la identificación con el primer aspecto de Voluntad, Poder o Espíritu, será el punto de enfoque de las enseñanzas, y por lo tanto se hará énfasis en plasmar directa y llamamiento, vía el Sutratma, a la Mónada en los tres mundos, en función del propósito o impulso evolutivo de Shamballa.
Por lo expuesto que podemos decir que el esoterismo es el arte de hacer "descender a la tierra" esas energías que emanan de fuentes superiores, para "arraigarlas" o introducirlas según corresponda al plan evolutivo. Como toda verdadera actividad esotérica produce luz e iluminación; y trae como resultado la intensificación y cualificación de la luz heredada de la sustancia mediante la luz superior del alma, no hace falta de que nadie más que nosotros mismos, nos diga si vamos progresando o no en este sendero.
En la medida en que se desarrolla la capacidad de vivir subjetivamente, y el contacto interno y reconocimiento como alma se entabla y prolonga, el plan evolutivo se va revelando y la función que cada quien debe realizar en función al mismo también.
Este contacto interno implica también, a través del amor con todo lo que existe y la sabiduría que aparta de la ilusión, la capacidad de incluir, identificarse y trabajar concientemente con la parte del Plan que nos concierne.
Gobernar y controlar cada vez en una mayor medida la sensibilidad emocional, no sólo propia, sino también la de aquellos con quienes se entra en contacto, es una de las consecuencias naturales del verdadero contacto con el alma y por lo tanto del certero estudio esotérico. En la medida en que se afianza la identificación interna, se hace naturalmente viable que por la fuerza del pensamiento silencioso se puede llevar alguna medida de luz y paz a todo. Por medio del poder mental, que a través del estudio y la meditación y de todo el entrenamiento esotérico, se hacen asequible los pensamientos del mundo y el reino de las ideas; y se puede discriminar y elegir esos elementos y conceptos mentales que le permitirá, al trabajador consciente, ejercer en su medio influencia y revestir los nuevos ideales con esa materia mental que facilitará el reconocimiento de esos ideales en el mundo común del pensamiento y del diario vivir. Desde ya que esta actitud mental permite orientarse hacia el mundo de las almas, y desde ese lugar de elevada inspiración y de luz, descubrir a los demás colaboradores y ponerse en comunicación con ellos, y por medio del trabajo grupal participar en el desarrollo de las divinas intenciones. Para cultivar este sentido esotérico interno es necesario, en las primeras etapas del desarrollo, el constante estudio y una continua meditación, pero a medida que pasa el tiempo y el hombre crece espiritualmente, dará lugar forzosamente a una orientación espiritual constante y entonces la meditación diaria, como la comprendemos ahora, no será ya necesaria, porque en todo momento se experimentará y se será consciente de la Presencia Una.
Una escuela esotérica entrena al discípulo para el trabajo grupal; este aprende a abandonar los planes personales supeditándolos en bien del propósito grupal --que está siempre dirigido al servicio de la humanidad y de la Jerarquía Planetaria. Una escuela esotérica es, por lo tanto, el medio por el cual se aprende a reorientar la consciencia, y el enfoque de la vida del discípulo pasa de los tres mundos al plano de alma; y ya ni el mundo físico, ni el emocional, ni el mental son para él la esfera principal de sus actividades.
Es por todo lo antedicho que se puede comprender la seriedad que conlleva el verdadero estudio esotérico- que se sustenta en no solo en la lectura espiritual o de carácter filosófica, sino principalmente en la meditación ocultista y el servicio- y lo vital que es que existan esas escuelas capaces de brindar la instrucción correspondiente sin tergiversarla.