En un nuevo gesto de acercamiento al judaísmo, el Presidente participó de la conmemoración en la que también se pedirá por los rehenes en manos del grupo terrorista Hamas
En medio de un reforzado operativo de seguridad, Javier Milei participó este martes por la noche de la tradicional celebración judía de Jánuca de Jabad. El encuentro, el primero al que asiste un presidente, se realizó en la Plaza de la República Oriental del Uruguay, en avenida del Libertador y Austria, en el barrio de Recoleta. Las características del lugar y la poca anticipación con la que se decidió la asistencia, en el día de ayer, mantuvieron en alerta a la seguridad presidencial, en especial luego de que este domingo el libertario haya sido blanco de un acto de agresión, cuando le lanzaron un botellazo que impactó en uno de sus custodios.

Milei llegó a las 20.09, acompañado de su hermana Karina, secretaria general de Presidencia, y de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Habían pasado unos 40 minutos desde que su ministro de Economía, Luis Caputo, anunció una fuerte devaluación, con un dólar oficial a 800 pesos, y la quita de subsidios, entre otros puntos.

Lejos del clima de catástrofe del que habló Caputo, Milei llegó en medio de música sonando a todo volumen, se mostró sonriente y contento de estar en el lugar en el que encendió una de las velas de la ceremonia.

“Esta fiesta es importante porque señala el triunfo de los pocos sobre los muchos, señala el poder de la fe y el poder de aquellos que siendo pobres se impusieron sobre los poderosos”, destacó el Presidente desde el escenario, para cerrar su breve discurso con la cita del libro de los Macabeos que alude a la ayuda de “las fuerzas del cielo” a la hora de enfrentar una batalla. “Sabemos que las fuerzas del cielo van a apoyar a la Argentina y sobre todo, van a apoyar a Israel en este momento. ¡Muchísimas gracias y viva la libertad, carajo!”, exclamó.

Antes había dicho que la principal lección de la celebración es que “la luz se pone sobre la oscuridad”. Y agregó, en relación al país: “Después de tantos de oscuridad, va a salir la luz y esto va a ser una revolución moral porque lo vamos a hacer desde los valores. No hay oscuridad que se haya logrado imponer a la luz”.

Luego se refirió a un proverbio chino: “Dice ‘no maldiga la oscuridad, prenda una vela’. Lo vamos a hacer”. Así Milei, que había llegado en medio de un tumulto que buscaba saludarlo, fue ovacionado y aplaudido por los presentes. Pedidos de selfies y arengas al espacio libertario fueron parte de la partida.

En el lugar lo escuchaban el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri; los ministros de Defensa, Luis Petri, y de Capital Humano, Sandra Pettovello; el juez de la Corte Ricardo Lorenzetti; el esposo de Bullrich, Guillermo Yancos; el legislador y excandidato a jefe de gobierno porteño Ramiro Marra; el exsecretario de Derechos Humanos del macrismo Claudio Avruj; el ministro de Seguridad porteño, Waldo Wolf; el extitular de la DAIA Ariel Cohen Sabban; el empresario Marcelo Mindlin y el embajador estadounidense en la Argentina, Marc Stanley, así como el propuesto embajador argentino en Washington, Gerardo Werthein. No estuvo presente el embajador israelí en el país, Eyal Sela, por “motivos personales”.

Los momentos más emotivos se vivieron con el encendido de velas y cuando se veían imágenes del ataque de Hamas a Israel. En paralelo, todo el tiempo, estuvieron sobre el escenario los rostros de Kfir y Ariel Bibas, los pequeños de 11 meses y 4 años secuestrados junto a su mamá, por los que la Argentina e Israel reclaman, y que Hamas asegura que murieron en un bombardeo.

La seguridad presidencial, integrada por Casa Militar y miembros de la Policía Federal, reforzó el número de custodios –sin especificarlo– de miembros de las distintas dependencias, para evitar problemas, en especial teniendo en cuenta que la ceremonia se realiza a cielo abierto. Milei estuvo muy cerca de la gente, que le pidió selfies, entre shows de luces en verde y naranja y típica música judía.

La asistencia de Milei a la celebración es un nuevo gesto hacia el judaísmo, por el que muestra un especial acercamiento desde hace casi tres años. A principios de 2021, se acercó al rabino Shimon Axel Wahnish, con quien está estudiando la Torá. Apenas meses después, en noviembre de ese mismo año, ganó su banca a diputado: “Estoy pensando en convertirme al judaísmo y aspiro a llegar a ser el primer presidente judío de la historia argentina”. Si bien el libertario no empezó el exigente proceso de conversión, cada vez está más involucrado con la religión.

Fanático del Estado de Israel, quienes lo conocen de cerca explican que creyó encontrar en el judaísmo “un tesoro de sabiduría de vida”. Un escenario que marca un cambio con su formación católica y su educación en una escuela religiosa. Su ascenso meteórico en la vida política de los últimos dos años se dio en paralelo con un intenso proceso espiritual personal.

Este año interrumpió dos veces su campaña presidencial para viajar a los Estados Unidos por “motivos personales”, que fueron, en rigor, espirituales. En julio, antes de las PASO, voló a Nueva York para visitar la tumba del rabino Menachem Mendel Schneerson, mejor conocido como “el Rebe de Lubavitch”, séptimo líder de la dinastía jasídica Jabad Lubavitch, fallecido en 1994. Y el último fin de semana, en plena carrera a las elecciones generales, se tomó un vuelo a Miami con su hermana Karina para pasar el shabat con “amigos” de la comunidad, días antes del Año Nuevo Judío.

A fines del mes pasado, después de ser electo mandatario, volvió a pasar por Nueva York, para realizar una nueva visita a la tumba de Schneerson. Fue el 27 de noviembre, ocho días después de ganar el balotaje que lo depositó en Casa Rosada y significó también el inicio de su gira, entonces como presidente electo, por Estados Unidos.