El flamante presidente promete cambios profundos.

Pero necesita el apoyo de la política que desprecia.

Los atajos populistas de Milei

Es comprensible que Javier Milei ensaye modos que le permitan superar la discapacidad de ser presidente de un gobierno de minoría. Propone una revolución con 38 diputados, 7 senadores y un 29% de votos propios. Un atajo es entregar llave en mano ministerios a corporaciones que le harán la política, sean grupos empresarios o partidos como el peronismo y el macrismo.

Ensayó con frivolidad un desaire al Congreso al no hablar en el recinto de la Asamblea Legislativa sino a la plaza. Fue un gesto de autonomía, como tomarse el juramento a sí mismo, a lo Napoleón, que se coronó él solo para no mostrar vinculación con la casa de Borbón.

Lo miraba Cristina de Kirchner, la chica vestida de rojo que trató de apoderarse del acto sonriendo y dando instrucciones de dueña de casa. Como los artistas que buscan prolongar los aplausos al final de la función a la espera de un bis. Se fue detrás de las cortinas como Alberto, fugaz en ese retablo.

La revolución que promete Milei necesita de un amortiguador que la haga posible. Y sólo se lo puede dar la política que él mismo rechaza. Por algún lado deberá superar la encerrona que ya lo hirió a Macri presidente: cómo resolver problemas políticos sin confiar en la política. Creer que las recetas para la economía suplantan a la política es un error.

Una carrera contra el tiempo

Además, no hay tiempo. Si el maligno es la inflación, no es mucho lo que puede esperarse de la baja de ese índice que intentará el nuevo gobierno. Un estudio que cita en su columna de este fin de semana Paul Krugman ha determinado que, al menos para una economía como la de los Estados Unidos, se necesitan alrededor de dos años para que una menor inflación se refleje en la confianza del consumidor.

Según ese análisis, el público es de digestión lenta cuando se trata de asumir las buenas noticias (“Digesting inflation”, Ryan Cumming & Neale Mahoney,” Briefing Book, 4 diciembre, 2023) ¿Son acaso de aplicación universal esas observaciones? Se entiende que, en una economía con baja inflación, como Estados Unidos, esa reacción sea lenta. Quizás en un país baquiano en el bimonetarismo, en donde el valor del dólar impacta en el aumento de los precios, la reacción sea más rápida.

Si la hipótesis de los americanos vale como un universal de la conducta económica, la baja de la inflación no será un recurso disponible para la campaña de 2025. Ese año irá Milei a examen como presidente.

El mismo manual del cristinismo

El atajo de desairar a los legisladores sigue a la letra a los manuales de la razón populista que inspiraron al gobierno que se fue. Es una muestra de neo autoritarismo que le calza bien a un conservador librecambista como Milei. Ha sido un hallazgo recubrirse de consignas liberales en un país liberal como la Argentina. Pero su conducta es la de un conservador, abrazado a conservadores como Macri, Trump, Orbán, y la camada de ayusos, cayetanas y abascales que le vinieron a hacer el aguante.

Su debut sigue el manual de los ideólogos del cristinismo, el matrimonio Laclau-Mouffe. Declaró desde el balcón el final de la noche populista, pero se reserva el derecho de admisión para decidir él quién es pueblo y quién no. El mismo argumento del cristinismo cuando decía que el público de los banderazos macristas no era la “gente” ni el “pueblo”.

El finado Ernesto Laclau enseñó que la praxis política es trazar la frontera del debate: de un lado está el pueblo, que no es el del Congreso, y del otro la oligarquía, es decir el Congreso. El "Colorado" Jorge Abelardo Ramos (fundador de la izquierda nacional y maestro de Laclau) nunca hubiera podido imaginar que sus enseñanzas llegarían tan lejos.

Estas inconsistencias de Milei llaman la atención entre los liberales republicanos de Estados Unidos. Alguna pista le habrá pedido el rey Felipe VI a su amigo Jesús Rodríguez. El exministro fue, junto a Cayetana Álvarez de Toledo, el único político invitado al cóctel que ofreció la embajada al monarca y a la colectividad española. Rodríguez y el rey se conocen desde hace décadas, ya que compartieron estudios en los Estados Unidos, y suelen conversar cuando se les presenta la oportunidad.

Oficio de tuneleros

La reunión del domingo pasado entre Milei y Sergio Massa - tres horas por la mañana con acompañantes de alta gama como Karina M., Guillermo Michel y Juan Manuel Olmos -fue secreta y se sabe quién la filtró a la prensa-. Lo que no se sabe es por qué se mantuvo en secreto. Podía haber servido como una muestra de alta política entre quien llega y quien se va, como fue el encuentro de Milei con Alberto en Olivos.

No gustó en ninguno de los dos bandos que se informase, y el silencio sobre lo charlado disparó preguntas sobre qué buscaron esconder. Sobran las zonas grises en la relación entre Milei y el peronismo, y falta que expliquen: qué listas armaron juntos, cómo ayudó Massa a Milei para la fiscalización, qué contrapartidas hay como para que la mitad de los cargos guarden un compromiso con la administración que se va.

La política es un oficio de tuneleros. Olmos pasa de la vice jefatura de gabinete de Alberto a presidir la Auditoría, que controlará el gasto de la gestión de Milei. Ha sido durante años el tunelero que permitió la cohabitación pacífica del peronismo con el macrismo en la CABA. Michel es el empalme entre tribus del peronismo. Rechazó el ruego de Milei de seguir en funciones. Actuó como facilitador, desde el massismo, de la campaña de Milei.

Este lunes a la tarde entrega las insignias de su cargo formal en el gobierno saliente, director de Aduanas -desde donde extendió poder hacia otras áreas-. Antes Michel fue un efectivo tunelero, mediando entre 2015 y 2019 entre el peronismo no cristinista del Congreso, el macrismo y el peronismo de los gobernadores. Había pasado de la AFIP de Echegaray a ser adscripto de la oficina de Miguel Pichetto, junto al abogado Sergio Vargas, hoy senador provincial de La Libertad Avanza.

Vargas y Michel fueron compañeros de Echegaray y de Carlos Kikuchi en el Liceo Naval. Este es uno de los creadores de la candidatura de Milei y hoy ocupa una banca en el Senado provincial. Esa trama de relaciones alimenta los enigmas de esta transición. Asume un presidente que tiene un apoyo acotado al 29% de votos propios y que debe pagar la renta del voto prestado que le permitió ganar el balotaje.

La oposición le gana las espaldas a Milei

El frenesí de unidad que se apoderó de los bloques del Congreso busca ganarle las espaldas al nuevo presidente, que juega a ignorarlos con ademanes típicos de populismo pardo. Esa idea de que el líder (en este caso, del 29% de los votos) tiene espaldas suficientes para comunicarse con el público por encima de sus representantes y de otros mediadores ha sido el error de anteriores mandones.

Los legisladores con más experiencia reaccionaron en pocas horas, apenas juraron sus bancas, y blindaron la unidad de los bloques. Están dispuestos a impedir que Milei capture apoyos en las dos Cámaras aprovechando la balcanización de los bloques.

El primer diseño del nuevo Congreso se explica por la intención de los diversos grupos de quedarse con cargos en las mesas de las Cámaras de Diputados y Senadores, y también con el control de las comisiones. Con el paso del tiempo comenzarán a aparecer otros criterios de reordenamiento de fuerzas.

El control de las comisiones, botín político

El debate sobre las comisiones es un terreno para expertos. Martín Menem, presidente de los diputados por gracia del cristinismo, pidió ciencia a los conocedores de estas tramas legislativas. Se interesó en la experiencia de otro gobierno de minoría, como el de Mauricio Macri. ¿Cómo hicieron para controlar las comisiones?

Hasta que Diego Bossio rompió el bloque del peronismo no pudimos hacer nada, le respondieron desde el macrismo, adonde fue por algún consejo. Macri se benefició de que el peronismo entre 2016 y 2019 se dividió en tres bloques en Diputados. Si no controlás las comisiones, le explicaron, no podés tener despacho de mayoría en los proyectos de ley, y vas a tener solo despachos de minorías. Significa que el recinto va a tratar otra cosa distinta de lo que vos querés.

Con esa instrucción cerró el primer pacto con el peronismo y el PRO, para que esa distribución se haga por el sistema d’Hont. Ese compromiso disparó la reacción de los demás diputados para reforzar el ánimo opositor. Responden a un gobierno que no sólo pone funcionarios del cristinismo en el Ejecutivo, sino que avanza en un compromiso con el peronismo en el Congreso.

“Los 50” que pueden a llegar a ser más de 100

La aparición del grupo de "Los 50" en Diputados puede confluir con ese compromiso, que puede dividir al peronismo. El nuevo oficialismo debutó en la sesión preparatoria atado al acuerdo entre Martín Menem, Unión por la Patria y el bloque PRO de Cristian Ritondo. Fue un triunfo del peronismo, que arranca ya con por lo menos el 40% de miembros en cada comisión.

Pese a esa decisión del recinto, el grupo que integran los bloques de la UCR, la Coalición Cívica y el nuevo bloque que preside Miguel Pichetto (e integran pesos pesados como Emilio Monzó, Nicolás Massot, Ricardo López Murphy y Margarita Stolbizer), reclamará que el reparto se haga teniendo en cuenta el reglamento, que habla, no de bloques, sino de "sectores políticos".

No se anotan como un interbloque hasta que el PRO no se decida si va a ser oficialismo u oposición. También porque el nuevo jefe de la bancada de la UCR, Rodrigo de Loredo, camina por la cornisa de un filo-oficialismo. Llegó al cargo con una señal de Macri, de quien es interlocutor predilecto entre los radicales, y de Alfredo Cornejo, del ala acuerdista del partido. Le cuesta ser oposición, porque el grupo de "Los 50" le dio un golpe al PRO. Le arrebató la vicepresidencia 2ª. de la Cámara, y se la entregó a Julio Cobos. Una señal para que se entere Cornejo.

El armado opositor se replica en el Senado

En una minuta ambiciosa, “Los 50” creen que pueden sumar varios bloques unipersonales, entre los que están el de José Luis Espert y el de Carolina Píparo, a los que pueden sumarse el diputado que reemplaza a Milei en la Cámara, Mario Emma. En un cálculo más que optimista, creen que pueden sumar 104 diputados, casi empatando con Unión por la Patria, y podrían disputar la primera minoría.

Creer que la estudiantina mileista iba a madrugar a los pesos pesados es una ilusión. Trabaja en ese armado otro tunelero de clase mundial, Jorge Franco, el dirigente rionegrino que es jefe de asesores de Pichetto. Fue durante mucho tiempo el lugarteniente del “Chueco” Mazzón, estratego de todos los peronismos hasta su muerte en 2015.

El impulso llega al Senado, en donde Juan Carlos Romero armó ya un bloque de 5 senadores, que tiene contrapartida con "Los 50" de Diputados y con un grupo de gobernadores que aportaron sus legisladores, como Rogelio Frigerio y Nacho Torres. En la asunción de este mandatario el sábado en Rawson estuvieron dos armadores del grupo, Emilio Monzó y Ramón Puerta.

Esperando al larretismo y a Schiaretti

El PRO se ha dado un plazo de 90 días para desensillar hasta que aclare. Pero ya dio una señal votando junto al peronismo y La Libertad Avanza contra el resto. Igual le dan tiempo, porque habrá ajustes de cuentas en esa bancada entre macristas, bullrichistas y larretistas. El tiempo los reordenará y la unidad es también frágil entre ellos. Si domina el ala macrista-bullrichista, habrá un cisma que alimentará a "Los 50", que son el semillero de una oposición firme que asuma el rol de controlar al oficialismo.

Los "50" esperan que el larretismo se les incorpore. Ya serían unos 10 más, 60. La suerte de todos puede cambiar si se confirma el acercamiento del sector que se identifica con Juan Schiaretti, que son 8 más, y sus socios del bloque Hacer por el País, que pueden llegar, con misioneros, socialistas y Randazzo, a casi 15 más. En la estrategia de los armadores de "Los 50" cuentan con el posible cisma del PRO, que podría traerles aún más socios.

Por Ignacio Zuleta