Este jueves arrancará formalmente la negociación con los funcionarios del Fondo que llevan el caso argentino. Nada indica que se vayan a modificar las metas acordadas oportunamente por Martín Guzmán.
Los primeros sondeos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), muy informales aún y esperando la llegada de mañana de los enviados de Washington, trajeron una sorpresa en Buenos Aires. Desde la oficina del director gerente para el Hemisferio Occidental, Rodrigo Valdés, la persona que maneja el caso argentino, se le manifestó al Gobierno que habría (obviamente) una aprobación general a los planes oficiales para reducir el gasto público y aumentar los ingresos para lograr ya este año el tan ansiado equilibrio fiscal.
Pero también se le "recomendó" al gobierno de Javier Milei que sea prudente en cuanto al ajuste fiscal y a la contención de los sectores menos protegidos de la sociedad; recordándole a los contactos con los argentinos que desde el FMI hay especial atención a que los planes de ajuste negociados conjuntamente no ataquen directamente a los programas que protejan a esa parte de la sociedad. Y que, en todo caso, las contracciones de gastos ataquen otros objetivos.
Dicho de otra manera, el FMI piensa más en subsidios a los servicios públicos, promociones empresarias, retrasos cambiarios y fiestas de gasto fiscal, que en los planes sociales y jubilaciones. Desde Buenos Aires se responderá con la idea personal de Javier Milei, que se está llevando adelante en el programa económico.
El ajuste es feroz y basado en un 60% de reducción del gasto público y un 40% de suba de ingresos, afectando fundamentalmente a la clase media y alta de la Argentina. Y haciendo que sectores beneficiados por la devaluación, como el campo, también paguen parte del ajuste.
Sin embargo, se sostienen e incrementan los planes sociales tipo AUH y habrá una particular atención a las jubilaciones mínimas con la garantía que los incrementos acompañarán la inflación sobre mes vencido. Por ejemplo, ya es una decisión oficial que las jubilaciones mínimas se incrementarán en febrero por decreto, en un nivel igual a lo que arroje la inflación de diciembre, que se conocerá el próximo 11 de enero. Según los cálculos oficiales, este nivel de gasto alcanzaría el 0,4% del PBI, y está ya tenido en cuenta en la proyección de reducción del déficit fiscal final de 5,2% programada para todo el 2024.
Visitas de alto nivel
Siguiendo esta lógica, aumentar los planes sociales e incrementar las jubilaciones en línea con la inflación le permitiría sin problemas al Gobierno conseguir este año un superávit fiscal, bajando el desequilibrio del 3% del 2023 a un número en azul para este ejercicio. Esto sin tomar en cuenta la potencial licuación de parte del gasto que aporte la inflación, ni la ayuda extra que la liquidación sojera traería entre marzo y mayo.
Mientras tanto, se espera para mañana la llegada a Buenos Aires del venezolano Luis Cubeddu. El encargado del caso argentino trabaja bajo las órdenes de Rodrigo Valdes y la mirada cercana de Kristalina Georgieva y Gita Gopinath, las dos economistas que manejan el FMI y que tienen el caso argentino casi como una cruzada personal a solucionar.
La que llegará mañana será una avanzada con una misión puntual: cerrar los números y porcentajes del 2023, año en que el gobierno de Alberto Fernández no cumplió con las metas pactadas, obligando a la negociación de un "waiver" para forzar la supervivencia del programa de Facilidades Extendidas que renegoció e incumplió Sergio Massa en agosto pasado.
Por ahora, la misión de Cubeddu es la de cerrar el ejercicio anterior, medir los incumplimientos y plantear las nuevas plataformas de negociación para el 2024. Para cuestiones más ambiciosas, habrá que esperar a que el Board del FMI acepte el waiver y que los programas económicos de Milei tengan más vuelo en la realidad fiscal, financiera y económica de todos los días.
Se considera que con la llegada del gobierno de Javier Milei y a poco de andar su gestión (donde supuestamente más fuerza debería tener un Ejecutivo argentino), habrá más posibilidades de negociar. Con el agregado, además, en el caso del presidente argentino, que su propuesta sobregira lo que el propio Fondo le pedía al país en el programa de Facilidades Extendidas original, firmado en marzo del 2022 y que ya tuvo una renegociación de metas (agosto 2023) y dos caídas (marzo y septiembre 2023).
Técnicamente, el programa de Facilidades Extendidas negociado y firmado en los tiempos de Martín Guzmán está hoy caído por la imposibilidad de Argentina de cumplir con las metas pactadas para el ejercicio anterior. El gobierno de Alberto Fernández, y lo que le corresponde en tiempos a Milei, tendría que haber llegado a un déficit fiscal de 1,9% del PBI, haber aumentado las reservas en unos 3.000 millones de dólares y haber emitido por no más de 0,6% del PBI.
Lo que vendrá
Aún no hay números finales de 2023, pero desde la administración Milei suponen que el déficit primario superó el 3%, las reservas son negativas en números fantasmales (se habla de hasta 10.000 millones de dólares) y la emisión superó el 1,3% del PBI. En cualquier acuerdo normal, esto hubiera significado para el FMI la caída definitiva del acuerdo y una sesión especial del Board del organismo donde se tratara algo parecido al rompimiento de las relaciones.
Sin embargo, la causa argentina es particular para el organismo, ya que se trata, por lejos, del principal deudor. Y, además, la llegada de Milei cambió la manera de analizar la situación desde Washington. Ahora lo que se espera es retornar el diálogo formal desde la próxima semana, volver a dibujar los números de punto de partida y firmar un nuevo acuerdo.
No deberá entusiasmarse Argentina en una primera instancia. Lo que se podrá conseguir es un "waiver" o perdón por no haber conseguido las metas propuestas originalmente, fijar nuevas para el 2024, cumplirlas, y mientras tanto hablar de las nuevas cifras y porcentajes del próximo ejercicio.
El FMI mantendrá inamovible lo que se firmó en marzo del 2022 para este año: un déficit de 0,9% del PBI, una emisión menor al 0,4% y reservas por arriba de los U$S 6.000 millones.
Aquí es donde Milei y su ministro Luis "Toto" Caputo hacen punta, se agrandan y hasta cancherean. Según las proyecciones propias, en el megaplan de ajuste que está implementando el Gobierno, este año ya habrá superávit fiscal, las reservas superarán los U$S 8.000 millones (se confía en una cosecha récord, incluso con aporte por retenciones) y una emisión mínima y numéricamente concentrada en la ayuda a planes sociales y jubilaciones, algo que en las conversaciones previas entre Milei y el staff del FMI, el propio Fondo había pedido.