En este ensayo -algo más voluminoso que los anteriores- prosigue con su empeño por indagar los fenómenos más paradójicos de la sociedad contemporánea.
En este sentido, muchas de las intuiciones que incorpora están presentes en otros de sus libros y se repiten: embate lo que sucede en el sujeto con la creciente digitalización; se refiere a las paradojas de la sociedad de la transparencia, que mejora el control y la servidumbre, y se enfrenta a ese hipercapitalismo de la productividad que deja al hombre ahíto, consumido, hastiado.
La tesis principal es que la virtualización posee efectos ontológicos importantes. De algún modo, quiebra la relación del sujeto con las cosas materiales. Como hizo con su análisis de los ritos, según Han la forma habitual que tiene el hombre de relacionarse con el mundo no es la virtual, sino la material.
Ello favorece la consistencia y permite �habitar el mundo�. De otro modo, sin el asidero que ofrecen las cosas -el ser a la mano del que habló Heidegger-, nuestra presencia se evapora: se nos despersonaliza, se desterritorializa.
En los cambios que se han producido, ha sido muy relevante la ubicuidad de lo tecnológico gracias a los smartphones. Se ha pasado, sin solución de continuidad, de la era de la posesión a la del acceso.
Para ponderar la transformación, Han explica la importancia de la mano en nuestra experiencia del mundo. La pérdida del mismo implica el desvanecimiento de lo comunitario puesto que la cultura se basa en la presencia del objeto, de las cosas.
�En la comunicación digital, el otro está cada vez menos presente. Con el smartphone nos retiramos a una burbuja que nos blinda frente al otro.
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Como libro de filosofía, este ensayo reflexiona sobre aspectos del mundo contemporáneo que no podemos pasar por alto. Lo hace desde una perspectiva profunda que otros libros, como los que analizan los efectos sociales, económicos o educativos de las nuevas tecnologías, pasan por alto.
El libro es muy recomendable al abordar el trasfondo ontológico y antropológico de los cambios.