Un presupuesto zanahoria
El Gobierno echa el resto en la semana previa a la presentación del presupuesto 2025, que ocurrirá, si cumple con la ley, el lunes 16 de septiembre. Es la última herramienta de persuasión que le queda ante los gobernadores para que retiren diputados de la sesión del miércoles.
La convoca la oposición amigable para insistir contra el veto a la movilidad jubilatoria. El resultado del empeño depende de las ausencias porque la insistencia necesita los 2/3 de los presentes. Los bloques convocantes -UCR, Encuentro Republicano y otros- tienen asegurado el número para arrancar la sesión, pero pelean voto a voto para llegar a los 2/3.
Algunos suspendieron viajes, incluso uno que estaba programado a China, organizado por el grupo de amistad con ese país. Otros, a favor del veto, se tomaron el buque (el avión) a conferencias en el exterior. Lo que les importa, más que el resultado final, es el gesto testimonial hacia los jubilados.
Le responden con un mensaje político en la misma frecuencia que el veto, que es un rechazo cultural a esta oposición, no un reproche técnico. El Gobierno festeja que el intento de insistencia ocurra en las horas previas a la presentación del presupuesto, para agitar la zanahoria ante los gobernadores.
El proyecto que elabora Hacienda y la oficina del presupuesto de la Jefatura de Gabinete es una herramienta para castigar o premiar a los amigos. Si el pedido de la sesión de insistencia hubiera esperado a que se conociera el presupuesto, el Gobierno se habría quedado sin la herramienta de presión sobre la sesión del miércoles a las 10 (tempranito, “para que no nos metan otra actividad que perturbe la agenda”, argumentan en la oposición).
Los gobernadores esperan que ese proyecto diga qué hará el Ejecutivo con los fideicomisos, las cajas de jubilaciones, los fondos docentes, las obras públicas, el fondeo del espionaje y otras partidas que el Gobierno ha congelado o maneja con discrecionalidad.
Desmovilizan a los gobernadores
La Rosada ya logró que algunos gobernadores muestren reticencia en avalar la insistencia en el veto. El Presidente prueba en los medios la noticia de que estará el lunes en persona en el Congreso. Si lo hace será el primer mandatario que lleve el presupuesto, algo que hacían hasta ahora los ministros de Economía o los secretarios de Hacienda.
Lo haga o no, los técnicos de Hacienda apuran el documento de presentación, que tendrá algunas originalidades. Primero, lo llaman un "presupuesto al revés”. Se establece un monto de fondos disponibles y se repartirá lo que haya recaudado, acomodando según prioridades, con el objetivo el déficit cero.
Busca modificar el método clásico de la contabilidad creativa de anteriores gobiernos. Consistía en imaginar un presupuesto con metas y valores teóricos, especulando con que después la inflación le permitiría emplear de manera discrecional lo que se recaudara de más.
Otra novedad es que se esforzarán para que en el cálculo figuren organismos -como el PAMI, AFIP, etc.- cuyo presupuesto no se detalla. Ya ha dicho Milei que éste no es un Gobierno normal. Es, además, un político de escenario.
Rompe para armar un oficialismo
Para tener una comprensión global de los debates que siguieron a la sanción de las leyes de gobierno, hay que mirar la pelea por el poder que se librará en el examen de medio término de 2025. No hay que analizar la movilidad de las jubilaciones ni el fondeo de la educación como temas técnicos.
El Gobierno no termina de explicar por qué se opone al aumento de las jubilaciones o a asegurar fondos a las universidades, cuando los analistas y la oposición argumentan, con números en la mano, que es poco dinero y que el Gobierno destina sumas mucho más grandes a otras prioridades, como el espionaje o el subsidio a sectores de la economía.
Es, en realidad, una pelea política entre tribus del oficialismo para barajar y dar de nuevo. El electorado de Cambiemos que lo hizo presidente a Milei con el voto, ha quedado destruido como coalición política.
Hay dos PRO, uno bullrichista y ritondista, que busca ocupar los vacíos de poder que deja la administración Milei; otro que es más opositor y quiere emanciparse de la fusión con La Libertad Avanza.
La UCR también se ha desdoblado en dos alas. Una se referencia en Rodrigo de Loredo, jefe del bloque de Diputados, fascinado con esos espacios que deja vacantes el mileísmo, y otro más opositor, ligado a jefes como Martín Lousteau, presidente del Comité Nacional del partido, o los silvestres de Facundo Manes.
Estos sectores llegaron a ser más de la mitad del bloque cuando 20 diputados firmaron la convocatoria a la sesión especial de este miércoles para votar la insistencia contra el veto presidencial a la ley de movilidad de las jubilaciones.
De Loredo salvó la conducción del bloque aceptando sumarse a esa mayoría de su bancada encabezada por el formoseño Fernando Carbajal, que le infligió un golpe de estado al bloque. O a la cabeza, o con tu cabeza.
La balcanización de Cambiemos es lo que necesitaba la fuerza de Milei para rearmar una coalición que le dé alguna competitividad en 2025 ante un peronismo que ha blindado la unidad: sigue manteniendo 99 diputados y los 33 senadores que tuvo cuando comenzó la legislatura en 2023.
En la Argentina el que se divide pierde: es lo que marca hoy las conductas de las dos coaliciones. O lo que queda de ellas.
Conspiraciones pampeanas
En el contexto de la previa al presupuesto y las cuatro sesiones chivas para el Gobierno de esta semana, hay que entender el encuentro del martes pasado entre un grupo de gobernadores del peronismo del interior y dos piezas centrales de Encuentro Federal, Nicolás Massot y Emilio Monzó.
Es la cumbre interpartidaria más importante del año, porque implica el final de la mancha venenosa que convertía a cualquier contacto con el peronismo en un seguro de desprestigio. Llegó la vacuna y refleja la necesidad de que los intereses territoriales lleguen a alguna confluencia con los electorales de cara al año que viene.
Ocurrió en la Casa de la Pampa y buscaron que pareciera un accidente. Monzó y Massot se reunieron con Sergio Ziliotto a repasar las necesidades de los bloques en el nuevo presupuesto. Ziliotto es el gobernador del peronismo con más solidez para equilibrar la balanza con Axel Kicillof. Se lo permite la salud de su gestión y su origen cultural, la escuela de Carlos Verna.
Zamora, jefe de la oposición dura
Cuando discutían de presupuesto y algo (no mucho) de nombres para la elección del CFI -clave para todos- apareció Gerardo Zamora, hoy el llamador más importante de la oposición dura. Este gobernador tiene un estilo político que le hizo ser un buen amigo de los Kirchner, a quienes les ha cuidado las espaldas en el Senado, junto a su esposa Claudia Abdala.
También fue buen amigo de Mauricio Macri, algo menos conocido. La diferencia con lo que ha representado hasta ahora es que ejerce una oposición dura, más que la mayoría el peronismo. Zamora suma una pericia estratégica en el armado federal que apela a una nueva demografía, aquella de la religiosidad que se referencia en el bergoglismo.
Este domingo participó de las ceremonias de la Iglesia para consagrar al arzobispado de la capital de Santiago como la nueva arquidiócesis primada de la Argentina. La ceremonia contó con muy escasa presencia del Gobierno nacional y sigue a la canonización de Mama Antula y al proyecto del papa Bergoglio de federalizar la Iglesia.
Para eso lo destacó, desde enero pasado, al cura villero Pepe Di Paola de un Hogar de Cristo, en la ciudad de La Banda. Santiago es el destino de una escala, si el Papa decide venir a la Argentina en algún momento.
Todo cambio en política es una lectura de las demografías ocultas de la sociedad. Cuando eran ya cuatro en la casa de La Pampa se encendió la pantalla y apareció, por zoom, Gildo Insfrán, y, como por un pase mágico, Ricardo Quintela.
Monzó y Massot, que responden al bloque de Miguel Pichetto, se sintieron forzados a abandonar el salón. Nunca contarán todo lo que hablaron. Por sus obras los conoceréis. Ziliotto amplió la mesa a Kicillof y Gustavo Melella. Si se quedaban, hubiera sido ya una conspiración.
DNU SIDE, flojo de papeles
La oposición juega a que también el Senado le cuente las costillas al oficialismo. El jueves hay sesión con tres temas: boleta única, fondeo de las universidades y rechazo del DNU del espionaje. Boleta única es hoy una iniciativa del oficialismo, pero tampoco tiene todos los votos para darle una alegría a Olivos.
Universidades tiene los apoyos para salir. Espionaje también. Son dos DNU que ahora el Gobierno no llorará si se los derogan, porque admiten que están mal hechos. El Gobierno no ha podido gastarse los $ 100.000 millones ya devengados. Se lo impide el art. 37° de la Ley de Administración Financiera que dice que solo el Congreso puede disponer sobre fondos reservados.
La autoridad de la SIDE se niega a mover un peso con esa restricción, pero Hacienda se resiste a modificar la norma. El otro DNU, que reforma el organismo, incluye una cláusula de obediencia debida para proteger a los espías. Pero viola la norma que impide que se hagan reformas penales en un DNU. Eso pone a los DNU en la mira para voltearlos sin que nadie los llore, ni en el oficialismo.
Guerra por la Provincia 25
El peronismo intentará el martes asegurarse el control del Consejo Federal de Inversiones, un organismo interjurisdiccional con dinero y poder suficiente como para considerarlo como la provincia número 25 de la Argentina.
Tiene una junta de gobernadores que controla el peronismo desde el fondo de los tiempos, con un sistema de continuidad que es lo más parecido a la AFA. Allí nada cambia. Lo que cambia es el contexto. La derrota del peronismo en 2023 quebró la llamada Liga de Gobernadores.
Hoy el peronismo tiene seis provincias bajo su control y busca por lo menos mantener la hegemonía en CFI. Gildo Insfrán -que manda sobre este organismo como Julio Grondona controlaba la AFA hasta su muerte- adelantó la elección de renovación de autoridades para este martes, con la idea de asegurarle otro mandato a Ignacio Lamothe, aprovechando la dispersión del no peronismo, que no tiene posición unificada en torno de un candidato propio.
No los ayuda que el Gobierno busque dividirlos para, con los restos del naufragio, construir una fuerza competitiva frente al peronismo unido el año que viene. Esta alquimia es lo que ensaya la mesa chica donde se sientan patoras, rasputines, lules y veterinarios a discutir el futuro del Gobierno.
Como con Lijo, que mueva el peronismo
En esa pelea se juega mucho del poder hacia adelante. El peronismo puede aferrar la unidad que ya tiene y que lo hace fuerte en todas las peleas. El no peronismo puede encontrar la unidad que no tiene. La matriz del debate político después de las elecciones es que el peronismo mantiene la unidad como grupo de poder y suelen votar juntos en el Congreso, por encima de las rencillas de sus dirigentes, con muy pocas disidencias.
El no peronismo, en cambio, vota a la carta según cada tema. El oficialismo logra el acuerdo de los sectores amigables en algunos temas, pero no en todos. El peronismo aprovecha esa debilidad para asegurarse el manejo del CFI, que tiene fondos y proyectos de largo plazo, que comprometen a la mayoría de los mandatarios.
Es una elección abierta, porque el peronismo tiene mayoría de votos en favor de Lamothe, designado bajo el cristinismo, pero no llega a los 2/3 de los votos (tiene 8 sobre los 12, que son más de la mitad más uno de los necesarios). El no peronismo puso en la mesa tres nombres, pero no se ponen de acuerdo para interesar a los neutrales de provincias frentistas, como Misiones o Catamarca, que podrían volcar los apoyos contra el candidato del peronismo.
Lamothe hizo una gestión participativa que mueve a los no peronistas a decir que, si el peronismo lo baja, ellos pelean, pero si el peronismo banca a Lamothe, identificado con Cristina y Wado Pedro, no tienen problema con que siga. Esta posición replica la que tienen en torno a la candidatura de Ariel Lijo para la Corte. Que lo vote el peronismo y después vemos. Si no lo votan, hablemos de todo.