Javier Milei terminó el martes su primera presentación ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Ese discurso que dan muchos presidentes durante del Debate General de la Asamblea le sirve a cada uno, en el mejor de los casos, para fijar posiciones o simplemente para mostrarse al mundo. Pocos lo consiguen. En general, las presentaciones suelen ser una formalidad que casi nadie en el recinto escucha. No fue el caso de Javier Milei.
Mientras la prensa argentina esperaba que Milei realizara un discurso de alineamiento total con Estados Unidos con críticas a China, el presidente decidió elegir otro camino tan evidente como ese, habida cuenta sus posiciones personales, pero mucho mas duro en cuanto fijar presencia frente al mundo.
Milei plantó, ante la ONU, dos posiciones que contradicen la historia y nuestra doctrina diplomática clásica: anunció que Argentina abandona la neutralidad y expresó un claro rechazo al multilateralismo, ejercicio que el mundo políticamente correcto sostiene en público como mecanismo único para evitar conflictos.
Sin ponerse colorado Milei le explicó al mundo que el multilateralismo ha sido una mentira, como también lo son la tolerancia y la paciencia internacional. “El colectivismo y el postureo moral de la agenda woke se han chocado con la realidad, y ya no tienen soluciones creíbles para ofrecer a los problemas del mundo”.
La realidad es que si bien el presidente argentino llevó esa definición a extremos no escuchados en el país hasta ahora, su diagnóstico es reconocido en privado como válido inclusive por moderados históricos.
Milei se anticipa a la chance, no confirmada, de que Donald Trump vuelva a ganar las presidenciales en Estados Unidos, mostrando el panorama que viene desde la perspectiva de un mundo de conflictos que la ONU como organismo fue absolutamente ineficiente en evitar. Rusia, Ucrania, Hamás e Israel, son nombres que lo prueban en lo inmediato. La neutralidad, frente a esos panoramas, se vuelve un objetivo ilusorio, sostiene Milei.
“Para un hombre que no cree en el multilateralismo era imposible ir a la ONU a halagar burócratas”, le reconocía ayer a MDZ un diplomático presente en Nueva York. No está tan claro si el presidente argentino queda solo o con algún apoyo respecto de la visión que expresó ayer ante la Asamblea, pero nadie podrá negarle que logró el objetivo de disparar debates y críticas.
Aunque existan diferencias sobre considerar valioso o no el multilateralismo como método de dialogo en el mundo o si Argentina puede apartarse de sus posiciones neutrales, son muchos los que acuerdan con las críticas de Milei a la extrema burocracia paralizante en la que se ha convertido la ONU desde su creación en la post guerra tras el renacimiento de la Sociedad de las Naciones en el despertar que siguió al mundo después d ellos horrores del nazismo.
La ONU tiene dos organismos ejecutivos, como son el Consejo de Seguridad y el Consejo de Derechos Humanos, que no han demostrado efectividad probada a la hora de frenar conflictos. Su participación en las crisis termina limitándose, como lo hace la Asamblea General, a la decisión de los miembros de veto o a las mayorías porcentuales de los grandes socios. Ahí se mete la crítica de Milei.
El organismo tiene, además, una configuración burocrática extremadamente cara en su mantenimiento, casi un espejo perfecto de de la definición de casta que le sirvió a Milei para ganar las elecciones en Argentina. En modelo estadounidense, es el sistema que más se asimila a las costumbres burocráticas del Partido Demócrata. Trump y Milei le caben perfecto a estos cuestionamientos.
Fuera de esas definiciones queda pendiente el debate sobre la conveniencia o no de haber rechazado la Agenda 2030 y el Pacto del Futuro, una agenda que no implicaba obligaciones para el país sino la mera participación en un debate tan extenso y burocrático como la ONU misma. La decisión de haber salido de esa agenda deja a la Argentina en un barrio del mundo que nada tiene que ver con nuestros socios deseables.
Milei tuvo protagonismo asegurado en Nueva York, aunque no existió una cosecha superlativa en reuniones con empresarios e inversores, fuera de los anuncios de Elon Musk con inversiones que el mismo anunció tras la reunión con el presidente. Queda para el registro del paso por Estados Unidos el encuentro con Giorgia Melloni en una rápida “cumbre de pasillo” y también la definición de Diana Mondino con el canciller británico David Lammy sobre la reactivación del vuelo a las Islas Malvinas vía Córdoba. En el regreso Milei tiene un menú complicado donde la política se mete mucho más que en cualquier otro momento de su gobierno. La Libertad Avanza puso proa a la privatización de Aerolíneas Argentinas, una votación que no está garantizada en el Congreso pero que tiene el apoyo de dos proyectos del radicalismo y la Coalición Cívica.
Ese ruido mantiene entretenida a la política por ahora mientras se definen otros temas espinosos como el veto a la Ley de Financiamiento Universitario, las paritarias y el debate del Presupuesto Nacional 2025. Milei tiene que firmar ese veto mientras en el medio mantiene por debajo una negociación con la CGT.
La Casa Rosada quiere evitar como sea que el sindicalismo se sume a la protesta convocada para mañana y pasado por todos los sectores universitarios, una suerte de previa en expectativa del veto. Esa negociación incluyó pagar el costo de frenar por ahora una reforma sindical que impulsa el radicalismo y que incluye poner un límite a las reelecciones indefinidas en los sindicatos, eliminar la obligación de cuota sindical y hasta incorporar el cupo femenino en la conducción. Es la agenda sindical de Raúl Alfonsín que el peronismo le frenó al presidente radical, condenando así el inicio de su mandato. Imposible pensar que la Libertad Avanza no acuerde en esos puntos, pero la realidad política se cruzó en el medio.
Por si faltara algo, el debate del Presupuesto 2025 aún no arranca. En el gobierno nadie se pone colorado a la hora de afirmar que si el Congreso no lo vota Milei continuará asignando partidas por decreto como lo hace este año. Hay ministros, además, que quieren hablar con el presidente: las internas de gabinete paralizan algunas agendas. Todo está en juego.