Sergio Massa se mantiene en silencio sólo públicamente. Pero los mensajes se hicieron oír a partir de los dichos del ex ministro de transporte y presidente del Frente Renovador, Diego Giuliano. “Unidad, o nada”, se le escucha decir a los cercanos que tiene por estos tiempos el último candidato presidencial que tuvo el peronismo. Sostienen, como tantos otros dirigentes, sin sentido la interna que se plantea por la conducción del PJ y piden que se ponga en agenda una serie de reformas importantes. Una de ellas, es qué va a hacer la provincia de Buenos Aires ante la nueva modalidad con la que se votarán el año próximo los cargos nacionales.
Allí anida un panorama que las pujas de hoy parecen no tener en cuenta el fuerte impacto que ello genera en las estratégicas del año 2025. Se está a las puertas de una atomización de tal forma que La Libertad Avanza podría facturar para sí de manera impensada.
INTERNA PERONISTA
La política se ha dedicado en la última semana a evaluar las consecuencias de la interna del peronismo que, al momento, transita el inédito desafío que se le planteó a Cristina Kirchner para monopolizar los apoyos detrás de ella en su intención de presidir el Partido Justicialista. Su mayor molestia, como quedó evidenciada, está en la figura del gobernador Axel Kicillof, quien no se pronunció a su favor en esa contienda y ha sido tratado de traidor por la ex presidente -no quiere que le digan ex vice presidente para olvidar rápido el gobierno de Alberto Fernández- quien lo considera su propia creación y su hijo político más cercano.
Es el problema del mentor, quien cree que sus designaciones requieren de obediencia eterna por haberles abierto la puerta al éxito como si el elegido no portara jamás ningún mérito para avanzar o sostenerse. No es un problema sólo de la política, pero en la lucha de intereses y poder, se puede ver con mucha claridad. Son muy pocos los casos que muestran ese respecto a lo largo del tiempo sin verse alterado. Podríamos, sólo en el conurbano, enumerar unos cuantos.
En definitiva, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires libra con Cristina Kirchner una pelea más profunda: se trata de ver quien se queda con el cetro de principal opositor al gobierno de Javier Milei. La polarización extrema anida en la sociedad argentina y parece haber poco lugar para soñar con experiencias centristas que no sean más que funcionales a uno u otro lado de los extremos.
La pelea por ese cetro es la que empuja a Kicillof a tener que enfrentarse con su mentora quien, ha cambiado de opinión -lo hacen todos en la política- donde las ideologías no son prioritarias sino la conservación del poder es lo único que los alimenta. Como suele decir Jorge Asis, el peronismo es la ideología del poder, y por eso adapta su ideología al momento de conquistarlo o preservarlo. Sólo así se entiende que bajo el nombre del peronismo se hayan visto experiencias tan disímiles como el menemismo y el kirchnerismo.
Ahora no es la excepción en un marco donde la principal fuerza política argentina no terminó de entender el golpe que les ha dado la irrupción de Javier Milei como fenómeno político en Argentina. El estilo de campaña permanente con el que gobierna Milei creen que tendrá, en algun momento, que bajar a la tierra y dar explicaciones sobre hechos reales y no místicos.
Casualmente esta semana está en Buenos Aires el escritor y ensayista Giuliano Da Empoli, autor de dos libros muy consumidos por los cerebros comunicacionales de la Libertad Avanza: “El Mago del Kremlin” y los “Ingenieros del Caos”. La semana pasada hicimos alusión a aspectos centrales del primero de los trabajos. Y, para entender este momento que vive el mundo en materia de análisis políticos, hay que observar algunas definiciones interesantes.
“Esta es la era de los líderes políticos que están cruzando la política con las grandes plataformas de internet. La política de funcionamiento de esas plataformas es la fórmula que uso para resumir el principio de ´ira más algoritmo´. Es una ira que existe en la sociedad, en la que trabajan, le dan poder y la utilizan”, sostuvo Da Empoli y un detalles más: “La primera promesa de estos líderes -estilo Javier Milei- es la humillación a la casta, la destrucción sistemática y el resentimiento”. Sobre esta mirada se recorta lo que expresa Milei en sus notas habituales donde el último ejemplo se dio este domingo en TN cuando dijo que aspiraba a enterrar al Kirchnerismo con Cristina Kirchner adentro, cosa que la ex presidente utilizó para ponerse en la vereda de enfrente una vez más. Y Milei volvió a contestarle.
MIRANDO AL 2025 Y AL 2027
Aunque no vaya a ser admitido ahora, Cristina Kirchner piensa en el 2025 pero también en el 2027. Esa meta, la elección presidencial es la que también alumbra los movimientos de Axel Kicillof como del resto de los dirigentes políticos que tienen en las leyes sus limitaciones para reelegir los cargos que aún ostentan. Es probable que ahora se vea un intento de bajarle los decibeles a la confrontación que monopolizó la discusión de las últimas semanas, pero no a la puja real. En el entorno de CFK creen posible que se pueda replicar un caso similar al de Brasil con Lula y Bolsonaro. Es decir, buscar una confrontación que le permite mostrarse como la contracara del modelo de derecha que encarna la Libertad Avanza. Para eso, debería esperar que la economía vaya barranca abajo y no surja ningún liderazgo que pueda acaparar la atención del electorado que le diga basta a Milei. No arrancó bien. Más allá que termine siendo presidente del PJ, las luces se han encendido en su tablero ya que los desafíos que le surgieron en sus propias filas son para ser tenidos en cuenta.
Con las dudas sobre el final de este capítulo de la historia, CFK deberá además capear la decisión que vaya a tomar la justicia en el mes de noviembre que podría correrla formalmente de la carrera electoral si se confirma la condena en la causa vialidad. Más insumos para compararse con Brasil.
Pero lo paradójico, sobre todo para quienes miran el tablero electoral del próximo año, donde Milei ya dio pistas muy claras que su candidato a diputado en Buenos Aires sería José Luis Espert, es el desafío que se plantea para organizar el comicio para los cargos provinciales.
BOLETA UNICA DE PAPEL
Con la nueva ley de boleta única papel y de no haber cambios en la legislación bonaerense, el año que viene habrá dos urnas en los cuartos oscuros. Una para los cargos nacionales y otra para los provinciales. Adiós al efecto arrastre. Final para la amenaza tan popularizada del “sino me apoyas, no te doy la lista”. Igualmente, se abre una caja de pandora para poder alcanzar acuerdos más globales. Por ejemplo, en cada sección electoral de las 8 que tiene la provincia, alguien distinto encabezará la lista de legisladores provinciales que será uno de los cuerpos de la boleta que tendrá otro con los candidatos a concejales. Esto podría animar a una atomización de tal forma que se unan tres o cuatro intendentes fuertes del GBA y armen su propia lista seccional para luego cosechar escaños propios en la legislatura provincial. Eso sí, conociendo la otra batalla central que es la puja por los egos, asoma muy interesante cuál será el método para ponerse de acuerdo en quien debería encabezar.
A estas especulaciones le falta un detalle no menor. ¿Habrá o no modificaciones que permitan retomar las reelecciones indefinidas de intendentes y legisladores? Fuentes muy serias dicen que el tema avanzará de aquí a fin de año y sería en un momento que pueda pasar lo más desapercibido posible.
En estos temas habrá que darle la razón a Milei en su brutal sinceridad cuando reconoció que las medidas económicas más antipáticas las tomó en el verano cuando la gente está más distraída. Por lo visto, en el manejo del poder y sus vericuetos, el Jefe de Estado aprendió demasiado rápido. Esa es la conclusión a la que arribaron los que siguieron de cerca la manera en qué se conformó la nueva conducción de la ahora ex AFIP. A la hora de la protección del relato libertario, todas las herramientas son bienvenidas. En definitiva, la polarización extrema anida no sólo en la política sino en la mismísima sociedad.
El momento histórico lo define quién tiene la batuta del poder institucional para elegir con quienes polarizar y crear sus propios “anti”. En esa construcción, sin dudas, hay especialistas. Los actores polarizadores pueden cambiar, los obreros que sostienen ese esquema, siguen siendo los mismos.