La Casa Rosada se convirtió, en los últimos días, en el escenario de un inédito acercamiento entre el Ejecutivo y los mandatarios provinciales. Milei habló de “trabajar juntos para hacer grande a la Argentina nuevamente”, y la frase —más allá de su tono retórico— refleja un cambio de método. El gobierno libertario, que hasta hace poco se mostraba más concentrado en la macroeconomía y en la confrontación con la “casta”, comienza ahora a tender puentes con el interior productivo.
El primer paso de esta nueva etapa será Corrientes. El presidente viajará el 13 de noviembre para participar del 12° Congreso de Economía del Club de la Libertad, un foro donde convergerán empresarios, académicos y funcionarios en torno a la agenda de ideas que inspiraron su proyecto. No es un viaje más: es una señal política y simbólica de federalización del debate liberal, que busca salir del microclima porteño y proyectarse hacia las provincias.
En paralelo, Milei prevé una agenda intensa: antes de Corrientes, expondrá en el America Business Forum en Miami y asistirá a la asunción del nuevo presidente de Bolivia, Rodrigo Paz. Pero la clave estará en su regreso al país, cuando el Ejecutivo comience a diagramar reuniones en Mendoza, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, buscando articular un verdadero mapa de gobernabilidad federal.
El desafío no es menor. La salida de Guillermo Francos dejó vacante el rol de interlocutor con los gobernadores, y la designación de su reemplazo será determinante para sostener el diálogo político que el propio Presidente intenta abrir. La experiencia reciente demuestra que los grandes cambios no se imponen solo con decretos, sino con acuerdos inteligentes que respeten las particularidades de cada región.
Milei parece entender que, para consolidar su modelo, necesita un federalismo activo, moderno y productivo, donde cada provincia se sienta parte de un mismo proyecto nacional. Federalizar la gestión no significa repartir recursos como antes, sino compartir una visión común sobre cómo crecer, producir y generar riqueza.
La Argentina que viene exigirá menos confrontación y más coordinación. Si el Presidente logra transformar su discurso de libertad en una práctica política de integración territorial, podría estar iniciando la fase más trascendente de su gobierno.