La mayoría de los emprendedores cometen un error: confundir a la lógica de la prensa con la del marketing. Pero ¿cómo? ¿No se trata en los dos ámbitos de comunicar? Sí, pero a los medios no les interesa, para estar en su radar, que una determinada empresa sea la mejor, la mejor valorada por los clientes, que haya lanzado un nuevo producto ni que haya abierto diez sedes en la región. Todo eso es sensacional, y son datos que pueden funcionar como la base de una linda campaña de publicidad. Pero al periodismo no le interesa que determinado emprendimiento sea el mejor, sino, sobre todo, que sea el más interesante. En otras palabras: que tenga algo distinto y atractivo para contar.

Los emprendedores (y hablamos también de emprendedores exitosos que fundaron grandes empresas) cometen el error de interactuar con el periodismo, con el chip del vendedor, de quien tiene que convencer que su producto es excelente y que por eso merece ser conocido por las grandes audiencias. Es decir, desde un discurso comercial, pensado desde la lógica del marketing.

Eso no va llevar a ningún buen resultado. Porque hablarle a un periodista no es hablarle a un posible socio o inversor (el famoso elevator pitch); ni tampoco a un cliente cuando entra a una tienda, ni mucho menos a un potencial cliente desde una publicidad. Los periodistas, si son honestos y la nota es genuina (es decir, excluyendo a las publinotas), no piensan “voy a hablar de tal empresa porque es la mejor y la más maravillosa”. Aunque lo sea, aunque sea la que más ventas consigue en su rubro, aunque haya tenido un crecimiento superlativo, aunque sea muy superior a su competencia. Ser “la mejor” no es suficiente argumento para aparecer en los medios, de hecho, no es un argumento. E incluso puede incomodar al periodista que se lo encare con ese discurso porque puede pensar que no es más que un mero intermediario para conseguir una publicidad gratis que les llegue a miles de personas.

¿Qué es entonces lo que le puede interesar a un periodista sobre una compañía? Lo que, como decíamos, sea interesante: lo que sepa que va a despertar la curiosidad de sus lectores (o sus oyentes en la radio), lo que sea algo fuera de lo común, o novedoso, lo que tenga cierto “color”, que en la jerga periodística significa ciertas características llamativas y originales.

¿Por qué creés que tu emprendimiento merece aparecer en los medios?, le preguntamos al gerente de una nueva empresa del rubro Real Estate. Y nos respondió con una melodía gris que sonaba así: “porque somos la mejor opción, porque nuestro equipo está lleno de genios que dejaron todo para trabajar con nosotros, porque pensamos facturar el doble a fin de año”. Si ustedes fueran lectores de una revista, o de un portal, ¿Les interesaría escuchar eso? ¿Les cambiaría el día? ¿Lo convertirían en una anécdota para compartir a la noche, durante la cena, con su familia? Desde ya que no. Hagan este ejercicio: si yo no tuviera nada que ver con mi empresa ¿qué de ella me resultaría curioso saber si leyendo una nota el domingo a la mañana me enterara de su existencia?

En conclusión: cuando se junten a tomar su primer (o segundo) café con un periodista, o lo haga el encargado de prensa, de su empresa, no le expliquen cuán geniales son, sino cuán interesantes son.

¿Pero qué pasa, como es muy posible, si su emprendimiento no tiene nada tan genial o curioso para convertirse en una nota? ¿Eso significa que no hay chances de lograr celebridad a través de los medios? ¿O que nunca van a hablar de nosotros? ¡Para nada! Es, de hecho, una buena noticia, porque significa que está todo por hacerse y que hay que poner manos a la obra cuanto antes para adquirir una gimnasia de “agenda noticiable”.