"La muerte no existe y el amor tampoco", de Fernando Salem compite mano a mano con superproducciones entre las más vistas.
25-01-2020 | Espectaculos
 A Buenos Aires en enero se la piensa vacía, pero el calor invita a salir a todos aquellos que aún no se tomaron vacaciones. El cine es siempre una opción, más en la previa a los premios Óscar, con películas nominadas como Jojo Rabbit; “la” opción para los chicos Frozen 2 o el tanque más esperado de 2019: “Star Wars: Episodio IX - El ascenso de Skywalker”. Pero este verano deparó una gran sorpresa si se revisan los índices semanales del INCAA: una película independiente argentina que se exhibe en dos salas durante este mes (y en una de ellas sólo los sábados), gana cada vez más posiciones en el Top Ten.

Se trata de “La muerte no existe y el amor tampoco”, dirigida por Fernando Salem, que a principios de esta semana estaba en el puesto 9 a la espera de los 5 mil espectadores y que al viernes ya escaló a la posición 8 (justo después de Guasón) con más de 6.300 personas que la eligieron.


Sus universos son en sí atractivos para convocar: es una adaptación de la novela Agosto, de Romina Paula y su banda de sonido original está compuesta por Santiago Motorizado. Además quienes siguen la carrera de Salem saben que su anterior largometraje Cómo funcionan casi todas las cosas se exhibió durante 14 meses en el MALBA y que además este director fue también el creador del personaje Zamba, de Paka Paka.

Aún con todo sorprende que una producción local con buena prensa pero con apenas algunos afiches como publicidad, una cuenta de Instagram muy activa y un gran boca en boca compita con dignidad frente a las grandes superproducciones extranjeras (Y gana, si se toma en cuenta el promedio de gente por sala, ya que tanto el Malba como el Gaumont exhibe en prácticamente todas las funciones el cartel de “localidades agotadas”).

La calidad del producto es un factor, pero no es el único. Y solo mencionar los números resultaría parcial frente a un largometraje que parece romper todo tipo de distancia con el espectador para hacerlo participe del recorrido emocional de Emilia, interpretada por la actriz Antonella Saldicco, Ámbito dialogó con Fernando Salem y Antonella Saldico, quienes contaron como fue el detrás de escena de este éxito.

Un viaje individual que se vuelve colectivo
En la película, Emilia–quien ya recibida, trabaja en un hospital porteño y está de novia hace años con Manuel (Francisco Lumerman)– es invitada a regresar a su pueblo natal en la Patagonia para esparcir las cenizas de su mejor amiga Andrea (Justina Bustos), quien se había suicidado en la adolescencia. Al tomar ese micro hacia su lugar de origen, pone toda su rutina en pausa para revivir el pasado, rememorar su amistad con Andrea, acompaña a los padres de su amiga(Osmar Nuñez y Susana Pampín) y reencontrarse con Julián (Agustín Sullivan), su primer amor, quien acaba de ser padre su director, Fernando Salem, contestó: “Quisimos buscar un título asociado a su tema principal. En un principio me hice la pregunta ‘¿qué es el amor?’, si es ese enamoramiento que es como un rayo que te pega y que no se elige, o si es el amor de pareja que se elige, un poco más cerebral, previsible y conveniente, con menos altibajos. Pero con mi coguionista Esteban Garelli notamos que tanto el libro como la película no sólo hablaban de amor sino también sobre los duelos y la amistad. Así nos dimos cuenta que los grandes temas de la película eran la muerte y el amor, que son muy humanos y comunes a todos. En relación a eso, pensé que solemos vivir como si fuésemos inmortales y nos llama la atención que alguien se muera, cuando en realidad lo más raro es vivir, vamos a estar muchísimo más tiempo muertos que vivos”.

En palabras del director, la búsqueda de Emilia es cargar con esa muerte sin negarla; pero también, lejos de la cotidianeidad y la idealización, encontrar una idea de amor propia que le funcione. Entonces, lo que se hizo con el título “es negar dos cosas que efectivamente existen, pero que existen en la medida que uno las hace existir, las comprende, las vive y las siente”.

En la vida real, Antonella Saldico nació en EEUU, creció en Alemania, pero afianzó su vida adulta en Buenos Aires, por lo cual, según sus palabras, el desarraigo que vivió tanto ella como muchos jóvenes que se trasladan a Buenos Aires para estudiar “es un punto de contacto bastante cercano a Emilia”. Por eso, cuando leyó Agosto por primera vez fue un impacto Además, cursó un taller de escritura con Cynthia Edul y Romina Paula, su autora, a la que le dijo que su libro era una película.

“Desde la primera lectura de Agosto sentí mucha empatía en relación a Emilia como a un personaje nostálgico, y si bien nos diferencian muchas cosas, en eso nos parecemos”. Por eso, cuando Ámbito le preguntó si ya desde una primera instancia fantaseaba con ser la protagonista si alguna vez se llegaba a filmar, contestó: “De alguna manera sí”.

De igual a igual
“Me presentaron a Fernando en un encuentro de fin de año del PCI (Proyecto de Cine Independiente). Ahí él contó que tenía los derechos para adaptar Agosto. Le pregunté si tomaría castings llegado el momento, pero me dijo que no trabajaba de esa manera, que le parecía hostil hacer pasar a los actores y las actrices por esa instancia incómoda. Eso hizo que Fer me cayera bien de entrada, me pareció muy sensible”, señaló Saldicco, quien tiempo más tarde, se reunió con el director durante más de un año en cafés sin saber aún si estaba seleccionada.

Salem reconoce que “copió” el método de no tomar castings de Francis Ford Coppola cuando trabajó como asistente de producción en la película Tetro, filmada en la Agentina. “Esa modalidad me parece asimétrica. Prefiero ir a obras de teatro y ver lo que hacen los actores y actrices. Ahí los conozco, voy a comer con ellos, le entrego el guion, recibo una devolución y después apuesto”, señaló. A la vez, también reconoce que si bien pone las reglas de juego, prefiere trabajar en escenas que no estén cerradas al 100% para que se completen con el trabajo colectivo y el elenco las ayude a crecer.

De hecho, el director reconoció sus limitaciones y acudió a distintas colaboradoras para que la película llegara a tener la mirada femenina que ostenta. Desde lo visual, confió en la directora de fotografía Georgina Pretto y desde lo argumental, consultó a las actrices para entender cómo es la amistad entre mujeres adolescentes. Al respecto Saldicco dijo: “Fue un tema de conversación durante todas las reuniones con Fernando. Él hacía las preguntas para entender más esa cercanía física que nos permitimos las mujeres entre nosotras, algo que no siempre pasa entre hombres por cuestiones socioculturales y de costumbres afectivas. Después se sumó Justina Bustos al elenco y empezamos a trabajar en conjunto con ella”.

Pero también la forma de exhibir la película aspiró a ser más igualitaria porque, al menos en el MALBA, Salem y parte del elenco también asistieron para un bloque de preguntas y respuestas. “Buscamos una escala un poco más humana. Salir de un supuesto ‘star system’ nacional que como realizadores nos aleja de nuestro público. A mí me gusta encontrarme con los espectadores y espectadoras; entender lo que buscan cuando van al cine”, señaló Salem y anticipó que realizará una gira con la película en Rosario, Córdoba, Mendoza, Tucumán, Santa Cruz y La Plata, punto donde también se espera que Santiago Motorizado toque música en vivo tras la proyección.

La identificación y el espectador como “presencia”
Más allá de la historia de Emilia, no existe ser humano que no llore a sus muertos y por los amores que no fueron. Por eso emocionó cuando tras una proyección en el MALBA, la actriz Susana Pampín (quien interpreta a Úrsula, una madre en duelo) destacó que la película “se meta con el duelo y con el amor pero hasta ahí, para que cada espectador complete su propio cuento”.

Al respecto Salem confesó que desde el primer momento busca que el espectador se identifique, algo que le resultaba un desafío con un personaje aparentemente frío como el de Emilia. Pero que también lo hicieran con los otros personajes, con contradicciones comprensibles que también generan empatía.

“Buscamos interpelar a los espectadores y espectadoras. No dejar todo cerrado, que haya algo indefinido en las escenas, en los diálogos y así hacer trabajar a la persona que esté en el cine con sus propios dramas, sus propios muertos, sus propios amores y que de esa forma puedan hacer propia la película. Eso no solo se logra a través de la trama, los giros y los nudos narrativos, sino con la emoción”, remarcó el director. Por eso, cuando se le preguntó si atribuye el éxito del filme al hecho de que el espectador “complete su propio cuento”, contestó, sin dejar de lado la emoción, que no lo sabe, pero que apuntam a un público “dispuesto a dejarse atravesar”.

Una de las escenas memorables es cuando Emilia, que en la mayoría de la película busca tomar distancia de las emociones llora de forma visceral en un micro. Y para componerla, Saldicco también se llevo a sí misma hacia un límite. “Fernando me propuso que me quedara sola, a unos metros del micro, en la terminal. A veces no sé qué es lo que me va a servir para preparar una escena. Caminé en círculos, prendí un cigarrillo, le di un par de pitadas, lo tiré. Cada tanto Fernando se acercaba y de forma cuidadosa me preguntaba a cuánto tiempo estábamos de tirar la toma. Había algo urgente en cómo me lo decía, como que tenía que salir bien. O al menos yo sentí esa responsabilidad. Fue entonces que Fer se acercó y antes de gritar acción dijo ‘pensá en todo lo que no fue, pensá en las vidas posibles’. Soy nostálgica. Eso es lo peor que le podés decir a un nostálgico y me dijo eso”.


Saldicco no sólo contó la anécdota durante esta entrevista, sino que también lo hizo luego de que se exhibiera la película en el MALBA. Con ella, un público emocionado seguro pensó en sus vidas posibles, pero sin verbalizarlas. Al igual que Andrea, la amiga fallecida interpretada por Justina Bustos, que sin pronunciar una palabra acompañó a Emilia en risas y lágrimas, pero lloró sola cuando luego de que enterraran sus cenizas en un bosque nevado, Emilia la dejara ir.

Responsabilidad frente al otro
Saldicco filmó por jornadas extensas todos los días, durante cuatro semanas. Y si bien su personaje fue muy demandante, definió la experiencia como una vorágine hermosa. “Tenía muchas ganas de formar parte de este proyecto y quería estar a la altura”, dijo y apostó. A la vez, Salem destacó lo generosa que fue la actriz con su tiempo, aún sin saber si estaba confirmada para el rol, y así, ella también tomó ese riesgo. “Solo había visto a Antonella actuar en un documental, pero siempre tuve la intuición de que lo iba a hacer magnífico. Un día nos miramos a los ojos. Yo le dije ‘esto para mí es mi vida’ y ella, muy emocionada, me dijo que estaba en la misma situación. Entonces nos dimos la mano y nos pusimos a trabajar. No me arrepentí jamás de esa elección”, señaló el director.

La escena resume la responsabilidad de un equipo por realizar un trabajo con un mensaje. Por eso, ante la pregunta de si pensaba a cada uno de sus proyectos como agentes de transformación y si siente esa responsabilidad sobre los hombros, Salem dijo que sí, que así lo vive. “Yo creo que lo artístico no es ajeno a lo social. No me gusta la postura snob de disociarlo y si me dan a elegir, me quedo con las expresiones más populares, pero que no subestimen a la audiencia. No hago terapia con lo que hago, sino que busco crear un contenido por el que estemos orgullosos y ser conscientes de que eso tiene que ser un ejemplo para cualquiera que quiera seguir ese camino. Además estudié en la UBA y la ENERC, con fondos públicos. Soy hijo de un marroquinero y un ama de casa y no estaba destinado a tener una vida de artista. Es entonces que siento una responsabilidad, la de tratarle de dar al espectador un producto cultural que valga el dinero que van a pagar y que aporte algo. En ese sentido, me gusta dormir tranquilo”, señaló Salem.


Las devoluciones de un público que se conmueve y se queda después de cada función para abrazar y felicitar a los realizadores, indican que los objetivos planteados por el equipo fueron conseguidos. Y más allá de los récords y los rankings, sobran los motivos para afirmar que si la muerte no existe y el amor tampoco, la distancia, menos.

*La muerte no existe y el amor tampoco se proyecta todos los días a las 20.50 en el Espacio INCAA KM 0 Gaumont (Rivadavia 1635) y los sábados de enero, a las 21 en el Museo MALBA (Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415).