Horacio Rodríguez Larreta ensaya su versión de resistiendo con aguante- Por Fernando González
20-05-2020 | Politica
 Los intendentes del GBA buscan compartir el costo político de la pandemia con el Jefe de Gobierno porteño.

 

Hasta la cuarentena tiene sus límites cuando el fuego de la política empieza a arder. El viernes al mediodía, en Parque Patricios, Horacio Rodríguez Larreta recibió la visita presencial de sus aliados más importantes. Con distancia social, se sentaron a la mesa del edificio inteligente de la calle Uspallata María Eugenia Vidal?, Diego Santilli, Cristián Ritondo y Álvaro González. Si la Argentina fuera un país previsible, se podría decir que allí estaba el comité ejecutivo del proyecto presidencial del anfitrión. Pero no hay planes de mediano ni de largo plazo en la tierra de la incertidumbre. Y mucho menos bajo el azote casi bíblico de una pandemia global.


Un rato antes había pasado por Uspallata Martín Lousteau?. El senador también dejó sus opiniones, aunque no participó del almuerzo. Se habló de todos los temas pero había una sola preocupación. La seguidilla de ataques del kirchnerismo contra el Jefe de Gobierno porteño, disparada a través de varios de los intendentes del Gran Buenos Aires. “Hay que bancar este momento sin caer en la provocación”, fue la conclusión unánime.


Uno de los participantes del almuerzo comparó la estrategia de Rodríguez Larreta con aquella que Cristina Kirchner? puso en marcha en diciembre de 2015, justo después de la derrota que la desalojó del poder por cuatro años. “Resistiendo con aguante”, la bautizó entonces el relato siempre imaginativo y tribunero del kirchnerismo. “Es lo que ahora tenemos que hacer nosotros; resistir con aguante”, planteó uno de los comensales en aquel reducto intrigante del post macrismo. Hay espacio para todas las sorpresas en el país adolescente.


La multiplicación de casos de coronavirus en la Villa 31 y en la 1.11.14 puso al Gobierno porteño en el ojo de la tormenta. Y la máquina eficaz del peronismo bonaerense se puso en marcha para hacerle pagar el costo político de las víctimas de la epidemia al dirigente opositor mejor ranqueado en las encuestas actuales. Tres días antes, fue el propio Presidente el que practicó la misma medicina con María Eugenia Vidal. “No construyó ningún hospital”, le disparó Alberto Fernández?. Es que el silencio estratégico de la ex gobernadora también había sumado algunos puntos en los sondeos desde que los argentinos entraron a la cuarentena.


La fila de voluntarios en el oficialismo para pegarle a Rodríguez Larreta se llenó de inmediato. Lo criticaron kirchneristas ultras como la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, y el de Florencio Varela, Andrés Watson. Y otros jefes municipales que pasaron por varias capas geológicas del peronismo como Fernando Gray, de Esteban Echeverría, Juan José Mussi. El argumento siempre fue idéntico y se repitió casi con las mismas palabras. La apertura de la cuarentena porteña iba a llevar por transferencia el virus hacia el conurbano bonaerense. El consenso de los primeros días de pandemia parecía roto.


Tanto fue el impacto de la andanada política en la tarde del viernes que Alberto Fernández los invitó a Rodríguez Larreta y a Axel Kicillof a la Quinta de Olivos. Tenía todo preparado para anunciar la fabricación de tests rápidos que están desarrollando científicos argentinos y aprovechó la presencia de funcionarios de salud y de varios médicos para convocar al Jefe de Gobierno porteño y al Gobernador. Allí sólo hubo palabras de concordia. “Quedate tranquilo, Horacio”, le dijeron, “esta idea del consenso llegó para quedarse”. El jefe de la Ciudad sonrió, pero no se volvió tranquilo.


“Alberto te acaricia y los pibes te pegan”, es el evangelio que aprendieron a recitar en estas horas los funcionarios porteños. Entre ellos, hay quienes creen que el Jefe de Gobierno “subestima la maldad del enemigo” y, sin exponerse personalmente, a veces debería responder. Ningún se sorprendió por el ataque del peronismo provincial, pero hubo quienes se decepcionaron con las críticas contundentes que le dedicó a Rodríguez Larreta la titular de Aysa, Malena Galmarini. Es que la relación entre el Jefe de Gobierno y Sergio Massa (el esposo de Galmarini) había resistido hasta ahora las peores circunstancias de la historia reciente.


La provisión de agua para los asentamientos agrietó también el vínculo entre Rodríguez Larreta y Malena. Ya venían discutiendo hacía algunos días por quién era el culpable de la falta de agua en algunos sectores de la Villa 31 cuando la muerte de la dirigente barrial, Ramona Medina, generó una disputa que se multiplicó en las redes sociales. “Es cien por cien responsabilidades de la Ciudad”, apuntó Galmarini enseguida. El kirchnerismo, con todos sus satélites mediáticos, de inmediato se lanzó a viralizar el hashtag #Larretaesresponsable.


La disputa no tiene marcha atrás. El armisticio que el Presidente propuso el viernes a los dos gobernantes con mayor poder después de él mismo no parece surtir efecto alguno. Esta semana, los intendentes peronistas seguirán con sus ataques y varios de ellos van a anunciar restricciones en los pasos que comunican la Provincia con la Ciudad. Temen el costo político que puedan tener que pagar cuando el virus se haga notar en los 1.800 asentamientos del conurbano bonaerense. La escasa cantidad de testeos abre un interrogante y una gran amenaza sobre algunos municipios que llevan más de tres décadas de estado ausente.


La respuesta de Rodríguez Larreta sigue siendo la de no subirse a una batalla en medio de la pandemia. Ningún dirigente, peronista u opositor, tiene en claro quién pagará las consecuencias políticas del coronavirus. Pero algunos recuerdan la historia y prefieren no precipitarse. El 2 de abril de 2013, una tormenta inesperada y torrencial inundó a la Ciudad de Buenos Aires. Murieron seis personas y algunos funcionarios peronistas de entonces se apresuraron a culpar a sus colegas porteños del PRO por la tragedia. El temporal arreció otra vez al día siguiente sobre la ciudad de La Plata y las aguas se llevaron esta vez 89 vidas donde gobernaba el kirchnerismo, aunque muchos sospechan todavía que el drama superó largamente el centenar de muertes.


Las lecciones están ahí, al alcance de los libros y de los buscadores de Google. La Argentina dirá a quién bendice y a quién castiga esta vez por las decisiones para superar un examen que nadie esperaba.