PJ: Hay acuerdos en todas partes, menos en territorio bonaerense
11-02-2021 | Politica
El PJ nacional cerraría con Alberto Fernández presidente en marzo. Qué pasa en el PJ porteño y bonaerense.

El Partido Justicialista se encuentra en pleno proceso de renovación de autoridades en este año electoral, en el que el objetivo principal es aumentar en octubre su planta parlamentaria, para transitar con soltura sus dos últimos años de mandato.

Siempre que hay renovación de autoridades del Partido Justicialista hay conflictos. De mayor o menor cuantía, pero nunca inocuos. No hay nada más lejos de la inocuidad que el peronismo.

En el panorama previo, podría decirse que todo se encamina sin problemas a la renovación de autoridades en el PJ nacional y en el PJ porteño. En cuanto al peronismo bonaerense, la situación no es la misma, ante la resistencia de sus autoridades a renunciar a sus cargos para cedérselos a una lista encabezada por Máximo Kirchner.

Las negociaciones en torno a la nueva conducción del PJ nacional están más o menos encaminadas. Avanza allí la tesitura de que el presidente de la Nación sea a la vez el presidente del partido. El peronismo cultiva la filosofía el ejercicio efectivo del poder y sumarlo hacia las manos de la conducción es siempre su objetivo. No le sirven los gobernantes amorfos, débiles.

 

El PJ nacional, cerca del acuerdo

El propio José Luis Gioja, presidente actual del partido, que ejerce su mandato desde los tiempos en que el PJ estaba en el llano, es el principal aportante de la idea de que Alberto Fernández sea el nuevo presidente partidario. El sanjuanino, que está transitando en estos momentos la enfermedad del Coronavirus de manera asintomática –según sus colaboradores, se trata de un virus pusilánime, “que no se anima con los verdaderos peronistas”, aunque nunca hay que cantar victoria antes de tiempo- es el principal operador del acuerdo que culminaría el 21 de marzo, la fecha en que se producirá la elección de las nuevas autoridades.

El cronograma contempla que el 15 de febrero se produzca el cierre del plazo para la presentación de listas y el 17, el plazo para las impugnaciones. El 19 de febrero se oficializarán las nóminas y el 21 de marzo se producirá la elección de nuevas autoridades.

En principio, existen tres sectores que participan de las discusiones previas. El primero es el que encabeza Gioja, que elevaría a la presidencia del Consejo Federal al presidente de la República, con el apoyo de la mayoría de los gobernadores y de las actuales autoridades partidarias, en las que están representadas todas las provincias.

Otra lista la encabeza Alberto Rodríguez Saá, que quiere presentar su nómina, en la que lleva como candidata a vicepresidenta a Milagro Sala. En este caso, la Junta Electoral –en la cual también está representada la Provincia de San Luis- no aceptó a la líder jujeña, que hace cinco años y 26 días que permanece arbitrariamente detenida por la voluntad imperial del gobernador Gerardo Morales. ¿La razón del rechazo a su candidatura? No está afiliada al PJ.

En realidad, ni Rodríguez Saá ni sus seguidores cuestionan la presidencia de Fernández. Pero plantean que debe haber un debate político interno, que debe haber libertad de elección y, en especial, que “la unidad no se decreta, se construye”. Además, quieren estar representados en la “mesa chica” y participar en la toma de decisiones partidarias.

El tercer sector lo encabeza Sergio Berni, que es a su vez un “soldado de Cristina” y, en segundo término, de Axel Kicillof. Todos descuentan que tampoco habrá mayores problemas para acordar con los peronistas ortodoxos que lo acompañan, una fórmula de entendimiento.

El casi idílico panorama que reina en estos distritos no se hizo presente en el territorio de la Provincia de Buenos Aires, en el que nunca nada es lo que parece. Es ésta una tierra de tipos duros, acostumbrados a lidiar con los estallidos del conurbano, en los que las necesidades superan ampliamente a las ofertas del Estado. No es fácil imponerles lo que no desean aceptar.

 

El PJ porteño: NEP+Cámpora

En el distrito metropolitano, el acuerdo entre el Nuevo Espacio de Participación y La Cámpora definiría los espacios en la estructura partidaria. La elección se realizará en marzo, de tal manera en que coincida con los días en que el PJ nacional entronice a Alberto Fernández en la conducción.

En este territorio se alternarían en la presidencia el senador Mariano Recalde (jefe de La Cámpora) y la legisladora porteña María Rosa Muiños, por el NEP, un método que en la Provincia de Buenos Aires sirvió para limar asperezas y para postergar conflictos que parecían inminentes.

Los sindicatos, que son la otra pata de la conducción, aún deberán definir a sus representantes. Aquí habrá más discusiones, pero está claro que la sangre no llegará al río. En este sector suelen tallar los encargados de edificios y UPCN, cuyos líderes Víctor Santa María y Andrés Rodríguez fueron históricamente sus representantes en la conducción partidaria porteña.

 

El PJ bonaerense, en el centro de la controversia

El casi idílico panorama que reina en estos distritos no se hizo presente en el territorio de la Provincia de Buenos Aires, en el que nunca nada es lo que parece. Es ésta una tierra de tipos duros, acostumbrados a lidiar con los estallidos del conurbano, en los que las necesidades superan ampliamente a las ofertas del Estado. No es fácil imponerles lo que no desean aceptar.

Para peor, en estos momentos, como se dice en la jerga futbolero-política, estos dirigentes están “pitufeados”. Se niegan a aceptar lo que les pidieron, que es que renuncien en masa para que asuma una nueva conducción, liderada por Máximo Kirchner.

No están enojados con el hijo de la expresidenta, ni con el presidente actual. Es más, dicen que “esto Máximo nunca lo pidió. La oferta surgió en una cena en Lomas de Zamora, cuando Martín Insaurralde y Mariano Cascallares le ofrecieron a Uado de Pedro que para que Kirchner asumiera la presidencia del PJ, deberían pedirle la renuncia a toda la actual conducción, que incluye a todos los Consejeros y a todos los congresales del partido. En total, cerca de 600 personas”.

El presidente del PJ provincial, Fernando Gray, a la vez intendente de Esteban Echeverría, publicó hace unos días una foto en la que se lo ve muy sonriente, con una pala en la mano echando tierra en las raíces de un árbol, con una leyenda alusiva: “#Yo me planto”.

Sus asesores aseguran que “no hay negociación posible, no se va a bajar. Tiene mandato hasta diciembre. Si Máximo quiere, que venga en diciembre. La única manera en que abandonaría la presidencia es si lo echan del partido”.

De todos modos, ni siquiera el propio Gray objeta el fondo de la cuestión. “La forma es lo cuestionable”, dicen en Echeverría. Lo mismo, Gray no se plantó porque sí. Antes de tomar una posición, realizó una ronda de consultas con el resto de los consejeros partidarios y éstos lo alentaron a que resista. “No quieren que los rajen por whatsapp. Son todos tipos grandes, de pueblo: sindicalistas, dirigentes curtidos, intendentes y referentes sociales. No lo van a aceptar y eso no quiere decir que no lo quieran a Máximo Kirchner. Pero no así”.

Finalmente, los rebeldes advierten que “así nos fue, por venir por arriba, en 2009, en 2013 y en 2015, cuando perdimos con De Narváez, con Massa y con Vidal”.

Lo que éstos no aclaran –porque oscurece- es que los intendentes, que conocen el juego a fondo y jamás se equivocan en el “poroteo”, son capaces de aportar decisivamente al triunfo del peronismo, algo que nadie sabe hacer mejor que ellos, pero también poseen una capacidad de daño nada despreciable. Por eso insinúan que alguna vez –como en las tres ocasiones citadas en el párrafo anterior-, al ser ninguneados por la conducción nacional, se sumaron a la oposición y fueron un factor decisivo para que su propio partido fuera derrotado. En una palabra, ayudaron a Massa, a De Narváez y a Vidal a ganar, en coyunturas que culminaron de manera muy adversa al peronismo.

La política es el arte de lo posible, decía el General Juan Domingo Perón, el fundador del Movimiento Nacional Justicialista. Por esta razón, hay quienes intentan enderezar el conflicto, por ahora desde las sombras. Por de pronto, el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, que tiene llegada al Instituto Patria y a la Casa Rosada, tendió una línea de negociación que tiene cierta solidez. Es impredecible augurar en estos días cuánto éxito puede cosechar su gestión, pero sólo por allí hay alguna posibilidad, al menos por ahora.

Y todo lo demás, diría Verlaine, es literatura.