Ah, pero todo - Por Fernando Iglesias
22-03-2023 | Politica
En 2019, este gobierno -si así podemos llamarlo- logró convencer a millones de argentinos de que todos sus males sus provenían de la maldad de Macri y su equipo de malvados CEOs, y de que bastaba llenar de plata el bolsillo de la gente y girar la perilla que encendía la economía para que volviera el asado y se pusiera de pie el país.

En 2019, este gobierno -si así podemos llamarlo- logró convencer a millones de argentinos de que todos sus males sus provenían de la maldad de Macri y su equipo de malvados CEOs, y de que bastaba llenar de plata el bolsillo de la gente y girar la perilla que encendía la economía para que volviera el asado y se pusiera de pie el país.

Con estas consignas de jardín de infantes lograron convencer al 48% de los votantes. Pero el asado no llegó (el consumo anual de carne bajó 5 kilos desde 2019), la polenta resultó ser indigesta y ahora llegó la etapa en que ni polenta hay. Hoy, todos los índices macroeconómicos han empeorado, la inflación se duplicó, llegó a los 3 dígitos anuales y es la mayor en treinta años, la velocidad de endeudamiento ha sido la más alta de la Historia, debemos 80.000 millones de dólares más que en 2019 y -a pesar del dólar atrasado por el cepo y las tarifas regaladas- la pobreza no dejó de subir: aproximadamente, 8 puntos porcentuales desde que gobernaba la insensible Derecha.

¿Y dónde está el Gobierno? Además de ocuparse de atacar a la Justicia para garantizar la impunidad de Cristina y de pasarle la bomba de tiempo a sus sucesores, el cuarto gobierno peronista K se concentra ahora en extender justificaciones. Lo llevan en la sangre. No hacerse cargo nunca de nada es la primera de las verdades peronistas. Siguiendo el modelo empleado por Néstor, quien culpaba de todos los males a Duhalde, que hizo el ajustazo y lo eligió como su candidato; al campo, que le financió aquellos años de despilfarro; y a Menem, que le dejó una infraestructura razonable que podía resistir años sin necesidad de inversiones, el perverso rejuntado que hoy nos gobierna le echa la culpa de todos los males a sus benefactores: ¡Ah, pero Macri! ¡Ah, pero la guerra! ¡Ah, pero la sequía! ¡Ah, pero el FMI!

¡Ah, pero todo!, parece ser la consigna. Lástima los números, que demuestran que detrás de cada “Ah, pero” del Gobierno se esconde una ingratitud.

Empecemos por Macri. Como había sucedido con el “país incendiado” de Duhalde, que tenía superávits gemelos y una inflación menor al 4% anual que Néstor ý Cristina reventaron en pocos años, el peronismo K se quejó de haber recibido en 2019 lo que llamaron “tierra arrasada”. Esa tierra arrasada del 2019, hecha de cuatro años de esfuerzo de todos los argentinos, fue lo que permitió al país sobrevivir a la pandemia y llegar sin explotar del todo hasta el día de hoy. Desmintiendo a los todolomismistas del “kirchnerismo de buenos modales”, Cambiemos bajó el déficit primario en 4.4 puntos; el fiscal, 2.5 puntos; la presión tributaria, 3.2 puntos; y el gasto fiscal, 3.6 puntos. Para diciembre de 2019, el dólar valía $59.85, el tipo de cambio era competitivo, había 12.132 millones de dólares de reservas en el Banco Central y teníamos equilibrio energético y un superávit comercial de 15.990 millones de dólares a pesar de la soja a 300 dólares la tonelada.

Entonces asumieron los que iban a solucionarlo todo pero rompieron todo y no dejaron nada en pie. Para devolver este diciembre la “tierra arrasada” de Cambiemos, el cuarto el gobierno peronista K debería bajar la deuda en 69.261 millones de dólares, aumentar las reservas netas unos 10.000 millones de dólares, reducir las Leliq a una novena parte de su volumen actual, subir el salario mínimo de 181 a 252 dólares y bajar la pobreza ocho puntos. Suerte con eso, compañero Sergio. Siga sacando conejos de la galera. Que no decaiga, por favor.

En cuanto a la guerra, un reciente informe del Ministerio de Economía que merecería ser titulado “Ah, pero Ucrania”, señala sus costos para la economía nacional. Las subas causadas por el conflicto han incidido negativamente en la balanza comercial, nos dicen: unos us$4.246 millones extras por importaciones de combustibles, us$1.800 millones por fletes marítimos y otros us$2.200 millones de fertilizantes. Más de us$8.000 millones perdidos, se lamentan. Ahora bien, de los 300 dólares de valor de la soja que tuvo que soportar Cambiemos entre 2015 y 2019 a los más de 600 dólares del récord de 2021, los commodities experimentaron una suba vertical que fue lo único que sostuvo a este gobierno, incapaz de conseguir dólares aun cuando soplaba y sopla un fuertísimo viento de cola. Para tener una idea de las entradas extras que ha significado la suba de los precios internacionales baste señalar que los cacareados récords de exportaciones fueron solamente récord de precios: las cantidades exportadas por Argentina son aún 4.3% menores que en 2019, mientras que las importadas suman 28.9% más. Sin los precios récord, que aumentaron 25.8% los ingresos en 2021 y 16.2% en 2022, nuestro país habría perdido en más de 20.000 millones en 2021 y más de 14.000 millones de dólares en 2022. Son us$34.000 millones extras. Restemos ahora los us$8.000 millones que llora el Ministerio, calculemos el terror económico que provoca tener solo unos 2.000 millones en reservas y calculemos dónde estaría hoy el Gobierno sin el aporte de la globalización, del campo y de los commodities inflados por la guerra; bestias negras de la Biblia nacional y popular.

Hablando de bestias, faltaba el FMI. Ya conocemos la monserga: la impagable deuda con el Fondo que dejó Macri ha impedido crecer a nuestra economía y hacer felices a los más vulnerables. Lástima grande, los números, que indican que desde que empezó este gobierno el FMI ha depositado en las arcas argentinas 8.776 millones de dólares más de lo que retiró. Una cifra que triplica nuestras reservas netas, que se incrementará en 5.200 millones de dólares este mismo mes, que basta y sobra para pagar los compromisos de este año y que ha sido otro de los salvavidas que ha impedido el hundimiento del Titanic y su tripulación.

¡Ah, pero la inflación!, que “en 2015 era de 24%” según Cristina, y que “Macri duplicó”. Un dato más falso que el INDEC de Moreno. “Con el dato de febrero 2023, al mismo momento de cada gestión, el podio se compone por: Alberto Fernández: 368%, Mauricio Macri: 172%, y Cristin Kirchner: 138%” informa el economista Salvador Vitelli. La única duplicación de la inflación la efectuó el gobierno del que Cristina forma parte y el presidente que ella misma eligió. Y si se toma en cuenta que el tipo de cambio que entregó Macri fue de 123 puntos (similar al 127 de 2008) mientras que Cristina lo dejó en 85 (similar al 84 de 1997, en plena Convertibilidad) todo se comprende mejor: el 24% de 2015 fue producto de un atraso cambiario al costo de una enorme inflación reprimida. Y que pague el próximo gobierno, como hoy.

La historia completa es como sigue: el modelo kirchnerista se había ya agotado, la inflación de 2014 había sido superior al 38%, se venían las elecciones, y el kirchnerismo recurrió al viejo truco de atrasar el tipo de cambio y las tarifas para bajar la inflación. Es cierto, en 2015 fue del 24%, como sostuvo Cristina, pero al precio de que el dólar oficial estuviera por debajo de los diez pesos mientras que el paralelo llegaba a los 15. Las tarifas, por su parte, cubrían solamente el 14% del costo de la energía. En esas condiciones asumió Ah, pero Macri. Lo primero que hubo que hacer fue unificar el mercado cambiario, asumiendo el costo de una brecha cambiaria del 50%. Inevitablemente, la inflación volvió al nivel de 2014: 40%. Después fue el turno de actualizar tarifas, para que los subsidios a la energía pasaran a ser la cuarta parte que en 2015, se retomaran las inversiones y disminuyeran 45% los cortes de luz. Al final del mandato, en 2019, las tarifas cubrían el 70% del costo de la energía y la inflación era del 52%. Las políticas de contención del gobierno la habían bajado al 2% mensual en julio, pero en agosto los argentinos enojados decidieron apostar por el cuarto gobierno peronista K, y acá estamos de nuevo: con tarifas regaladas, tipo de cambio atrasado, brecha cambiaria del 80%, feroces cortes de energía, salarios y jubilaciones deprimidos, falta de dólares y caos general.

Concedamos al gobierno la excusa de la sequía. Es cierto que esta Niña es peor que la que en 2018 restó us$9.000 millones a los ingresos por exportaciones agropecuarias y fue el detonante de la corrida cambiaria que impidió la reelección. Pero también es cierto que el peronismo se reía de aquellas penurias y del “pasaron cosas” de Macri, quien tuvo que afrontar aquella baja con la soja a un promedio de us$269 dólares en 2018, contra los us$542 de hoy. Como también es cierto que el impacto de aquella sequía fue del 2,5% del PBI nacional cuando los peores pronósticos calculan hoy un impacto menor al 2%. El resto es relato nac&pop.

“Ah, pero todo” no es una explicación sino la confesión de una inutilidad militante. En la mejor tradición peronista, este gobierno culpa de sus faltas e incapacidades a todos los factores que lo han sostenido a flote, evitando un estallido terminal: la herencia de Macri y Cambiemos, el sector agropecuario, la suba de precios internacionales debida a la guerra, y el flujo de dólares del maldito FMI. Cuéntenla como quieran, compañeros; pero la desastrosa situación que vivimos y los índices macroeconómicos que anuncian su empeoramiento son responsabilidad de un modelo económico populista, estatista, industrialista y proteccionista que desperdició una enorme oportunidad, que está completamente agotado y del que hay que salir cueste lo que cueste. Para no hablar de la proverbial incapacidad del circense elenco gobernante, digna de un récord Guinness de dimensiones planetarias y escala mundial.

Fernando Iglesias